El uso obligatorio de mascarillas distancia a los pobres del derecho a la salud


Una vez más las organizaciones no gubernamentales salen en defensa de las personas que menos recursos tienen para afrontar el día a día dignamente. Y en esta ocasión es para salvaguardar un derecho tan básico como es el de la salud en tiempos del nuevo coronavirus SARS-CoV-2.

Durante el confinamiento, Cáritas, Cruz Roja y otras ONGs  han atendido a las miles de personas que se vieron sorprendidas por la adversidad social y económica: sin empleo y sin recursos. 
De la noche a la mañana, a las puertas de estas organizaciones solidarias comenzaron a llegar familias enteras. 
De la noche a la mañana, a las miles de personas en pobreza severa comenzaron a unirse cientos de miles de personas en riesgo de pobreza, con apenas ingresos económicos para llenar la nevera.

Desde el pasado 15 de junio, muchas familias de nuestro país han recurrido a solicitar el Ingreso Mínimo Vital que les permitirá afrontar se adversidad económica con un poquito más de "oxígeno". Algunas podrán contar con la cantidad económica que les corresponda desde el próximo 26 de junio pero, la gran mayoría tendrá que esperar. En cualquier caso, este ingreso apenas cubrirá necesidades básicas como la compra, agua y luz...

Siempre se ha dicho que la salud comienza por la boca, ya sea por el buen estado de esta, por lo que ingerimos o, incluso, por lo que respiramos...
Desde que iniciáramos esta "nueva realidad" tras el estado de alarma, la obligatoriedad de llevar mascarillas -allí donde no se pueda mantener la distancia de seguridad-, es una máxima para evitar rebrotes y contagios de la COVID-19.  Pero esta norma no todas las personas pueden cumplirla, simplemente, porque no cuentan con dinero suficiente.

Los economistas ya han hecho cuentas. Y los que no son economistas también. El uso obligatorio de la mascarilla es un gasto añadido a nuestro presupuesto mensual. Por ejemplo, una familia de tres personas que solo salga a la calle 4 horas diarias, necesitará unos cien euros al mes solo para mascarillas. Si apenas tienen para comer...¿destinarán este dinero a mascarillas? ¿optarán por recluirse en casa? Para ambas preguntas la respuesta es un "No" como una catedral.

Las personas sin recursos económicos tienen los mismos derechos que el resto de la ciudadanía. Su situación económica no puede ser ápice de un demérito para postergar su confinamiento y alargar, de paso, su brecha social.

En estos días estamos asistiendo a numerosos rebrotes de la enfermedad de la COVID-19 en diferentes lugares, dentro y fuera de nuestro país. Y casi todos confluyen bajo la misma causa: trabajadores mal remunerados que conviven en circunstancias poco saludables, puesto que no pueden cumplir con el distanciamiento físico ni con las medidas higiénicas. ¿De verdad piensan que una persona que trabaja a jornada completa y que convive en recintos con otras muchas personas -en algunos casos hacinados- va a gastar cien euros de su sueldo en mascarillas para el mes? Esa persona, probablemente, reutilice cada mascarilla más allá del tiempo estipulado, solo por cumplir, aunque eso signifique estar desprotegido y no proteger al resto frente al virus.
En otros casos, los menos, afortunadamente, alguna persona (de suponer con facultades mentales algo mermadas) optan por recoger para su propio uso las mascarillas que ven tiradas por las calles...

Nada nuevo se escribe ni sobre los pobres ni sobre las mascarillas de uso obligatorio. Bien es verdad, que algunas localidades han tenido este realidad en cuenta y han repartido -y siguen repartiendo- esta protección sanitaria de forma gratuita entre las personas con dificultades económicas severas. Pero no todas.
Desde el inicio, la autoridad sanitaria española advirtió que, como responsabilidad del Gobierno, no se repartirían mascarillas sino que esto quedaría como una decisión de cada autonomía: "el Ministerio de Sanidad ha decidido que en estos casos concretos de vulnerabilidad extrema serán las distintas comunidades autónomas las encargadas de estudiar y gestionar la distribución gratuita de las mascarillas".

Expuesto lo expuesto, distintas ONGs de nuestro país consideran que estas circunstancias se deberían de tener en cuenta y estiman conveniente se provea de mascarillas gratuitamente a las personas que no pueden comprarlas por cuestiones económicas adversas.






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