Taco, un sentimiento

Con el paso de los años, este barrio  se ha convertido en una importante ciudad del área metropolitana.

Los antiguos pobladores de Tenerife, Los Guanches, denominaban a las alturas “taku”, y venía a significar algo así como “la montaña de todos”( elcanario.net). 
La palabra Taku ha variado hasta convertirse en “Taco”. De hecho, este nombre lo conservan dos montañas  en la isla de Tenerife, dos enclaves orográficos de similares características, al menos en el inicio. Una de las montañas de Taco está ubicada en la zona norte,  concretamente en Buenavista; la otra en el término municipal de San Cristóbal de La Laguna, una seña de identidad no sólo para los y las tacuenses sino para la ciudadanía lagunera en general. 

La antigua montaña de Taco era un cono volcánico, y escribo "era" porque prácticamente ha desaparecido debido a la explotación a la que ha estado sometida para la obtención de áridos para la industria. Es a esta zona, a Taco, a la que haremos referencia en esta publicación.


Taco es el tercer núcleo poblacional más importante del municipio de La Laguna, en lo que se refiere a número de habitantes, por detrás de La Cuesta y de San Cristóbal de La Laguna, con casi 24.500 personas.

Este barrio se encuentra situado en el área metropolitana, con zonas pertenecientes a Santa Cruz y a la Laguna, con un alto índice poblacional de personas procedentes de otras islas, sobre todo  de La Gomera y de Fuerteventura.
Los orígenes de Taco se encuentran al albor de la Carretera General del Sur, paso obligado para aquellas personas que intentasen viajar de un lado al otro de la isla, de este a sur. Algunos de sus primeros vecinos y vecinas, ya octogenarios, vuelven sus recuerdos al pasado y les cuesta reconocer al Taco actual en el Taco de antaño, “casi nada de lo que fue queda”, concluyen. 
Para algunos Taco es más que su familia, se trata de sus recuerdos, su residencia, su juventud o su vejez. Para casi todos, Taco es parte importante de su vida. Basándonos en esto, no es casualidad que se hable de este núcleo como el resumen de un sentimiento o de muchos sentires… 
Doña Balbina vino a vivir a Taco en los años 60. “Era joven, tendría unos diecisiete años”, cuenta. “A mis padres le dieron una casita en la Barriada de San Luis Gonzaga y yo empecé a trabajar en la algodonera. Mi hermana, más pequeña, iba a estudiar a un colegio que había al lado de la ermita. Todo esto eran fincas y había muchas palmeras. En la carretera general se hacían fiestas que llegaban más allá del cruce. Con 18 años me casé. Mi marido trabajaba en la bloquera, aquí en la montaña. Tuvimos cuatro hijos que se criaron en la calle y estudiaron en los Grupos escolares. Recuerdo que algunos domingos íbamos a merendar a lo alto de la montaña. Muchas familias hacían eso. ¡En aquellos años no había transporte como ahora para ir a todos lados! Y la Montaña de Taco era bonita. Había unos caminos fáciles de andar y los muchachos se divertían porque había goros de cochinos negros, cabras y hasta gallinas. Tendíamos el mantel en el suelo y comíamos. Las vistas eran preciosas. Ahora ya no queda ni montaña”.

Paco, Luis y Andrés (prefieren no constar con sus verdaderos nombres) se sientan cada tarde en la misma plaza, “a ver la vida pasar”, dicen. 
Taco ha ido cumpliendo años, igual que ellos. Trabajadores de la construcción y de la antigua fábrica de Pepsi Cola, -que estaba ubicada junto al Puente de la Autopista, espacio que hoy en día está ocupado por una gasolinera y un McDonalds-, dicen añorar aquellos tiempos. “En Taco había de todo y nos conocíamos casi todos. Había gente de todos sitios y casi todos teníamos trabajo. El que no trabajaba era porque no quería porque yo (Paco) salía de trabajar a las cinco de la tarde. Llegaba a casa, veía a la mujer y a las hijas, merendaba un pan con sardinas o lo que hubiera y me iba a trabajar a casa de este o aquel a hacer algún cáncamo, o bien poniendo un techo o un piso, o alicatando un cuarto de baño, ¡hasta las nueve de la noche! Y con lo que iba ganando iba levantando mi casita o lo guardaba para un fin de semana ir a cenar a unos restaurantes que habían por aquí encima, por donde pasa el tranvía. Aún recuerdo el olor del mero a la plancha o el de las caballas asadas con mojo verde. Antes Taco estaba vivo. Salías a caminar y te distraías y para salir “a comer fuera” no tenías que ir al Norte o al Sur: aquí habían buenos restaurantes”.



Andrés, empleado de la Pepsi Cola, vino a vivir a Taco con 25 años, cuando se casó con su esposa, natural de La Gomera. Sus suegros se habían hecho una casa en la entrada de San Matías, en la zona de los maestros y ellos poco a poco fabricaron en lo alto. “Lo más que echo de menos son las ventas. Aquí mismo, en esta plaza había una fuente y dos carritos que vendían la prensa, tabaco y golosinas. En frente estaba el supermercado de Doña Tina, yo creo que fue el primero de la zona. Aquí debajo estaba la calle de las ventas: La venta de Felipe, la de Barbarita, la de Don Alfonso y la de Marcelino. Más abajo el carrito de doña Charo y el de Pancha. Tú, si necesitabas algo, comida o cosas para la limpieza o un detalle para un regalo, ibas, lo pedías y lo pagabas a fin de mes. En la ventita tenían la libretita donde apuntaban, o en una hoja de papel. A fin de mes pedías que te hicieran la cuenta y pagabas. Lo importante era el compromiso, la palabra, no como ahora que uno no se puede fiar de nadie. Después llegó el piche, los centros comerciales, el tranvía y se acabó todo”.


Para escribir sobre el origen de Taco debemos remontarnos hasta el primer cuarto del siglo XX. En 1927 se conceden las primeras licencias de obras para construir viviendas y no es hasta 1950 cuando esta zona empieza a experimentar un crecimiento notable. De hecho la licencia para la construcción de “Ladrillera Ltd” se concede en 1948 y es de este lugar de donde parten los ladrillos que se usarán para construir los hornos y chimenea de la azufrera, Unión Azufrera S.L., como aún puede leerse en el murado exterior.

El 12 de octubre del año 1953 marcó la historia de muchísimas familias. En este año, y amparado en el proyecto del Plan Nacional de Vivienda, bajo la iniciativa de la “obra social del Movimiento” -presentado en 1950 por el entonces gobernador civil, Luis Rosón-, se entregaron las viviendas de la Barriada San Luis Gonzaga a sus adjudicatarios. 


Liderando -o protegiendo a los nuevos vecinos del lugar, a los pies de la montaña se encontraba la Capilla de las Palmeras, en la propiedad de Don Rosendo García Ramos y en cuyo interior se halla la venerada Imagen del Cristo de la Montaña. La capilla pasó a llamarse Iglesia de San Luis Gonzaga y aún conserva sus peculiaridades.
Importante relevancia tuvo siempre el cruce de Taco, lugar donde converge la Carretera Cuesta Taco y la Carretera General del Rosario, enclave en el que destacaba por entonces –y sigue destacando- la casa de José Hernández Arocha, uno de los militares combatientes en la Guerra de Filipinas, uno de “Los últimos de los últimos de Filipinas”.


El Cruce de Taco ha sido desde siempre el punto de encuentro de diferentes actos a lo largo de la historia. Era el centro neurálgico de las fiestas y paso obligado de romeros y carretas, fue el punto de encuentro de manifestaciones y protestas en época de Transición. Hoy se puede decir que desde el Cruce parte todo.
En pleno régimen franquista, Taco comenzó a crecer favoreciéndose, principalmente, la vivienda de autoconstrucción debido al bajo precio del suelo.
Tras la Barriada de San Luis Gonzaga vendría la construcción de la Barriada de El Cardonal y los barrios de El Pilar (parte limítrofe entre el Polígono Industrial Los Majuelos y la Autopista del Norte), Las Torres (lugar donde se encuentra la central de Correos de la Isla y las oficinas y cocheras de MetroTenerife), San Matías (núcleo poblacional que aglutinaba en sus inicios una importante cantidad de personas procedentes de La Gomera), San Miguel de Chimisay y la zona Industrial de Taco (esta zona acoge el Centro el Polvorín de Taco, donde se encuentra un parque y un complejo deportivo. Además de la Comisaría de Policía, un Punto Limpio y el Tanatorio). 

A nadie se le escapa el crecimiento que ha experimentado Taco en las últimas décadas, convirtiéndose en una importante zona industrial de la Isla. Si allá, a finales de los años 80 fue el lugar elegido para la instalación del segundo centro comercial de Tenerife, el Centro Comercial Concorde, hoy por hoy acoge uno de los parques comerciales más importantes de Canarias instalado en parte del suelo lagunero: el Polígono Industrial de Los Majuelos, donde se encuentra una amplia zona comercial abierta y permanecen instalados el Centro de Exámenes de la Dirección General de Tráfico de Santa Cruz de Tenerife, el Pabellón Insular Santiago Martín –más conocido como La Hamburguesa-, reconocidas empresas automovilísticas, industrias, gasolineras, y los centros comerciales Makro, Lidl, Decathlon, Ikea, Merkamueble, Alcampo, Kiabi y El Corte Inglés, entre otros.

Por otro lado, el nombre de Taco y el sentimiento que despierta entre aquellas personas que perciben el lugar como algo mucho más importante que su propio domicilio, hace preciso destacar la parte humana. Nombres propios han paseado este lugar por la geografía nacional e internacional, desde la propia vida, las artes o el deporte, entrando así en la historia del archipiélago. 

En lo que se refiere al deporte breguemos en la Lucha Canaria, donde los Hermanos de la Rosa –Berto, Juani y Popi- hicieron escuela. Por otro lado, destacamos a Parri II, quien empezó a practicar la Lucha con sólo 14 años, convirtiéndose en Campeón en diferentes categorías.
En el Fútbol, el inolvidable Juanito “El Vieja” (Juan Díaz Sánchez) llenaba de honor y gloria la calle de La Palma, con cada una de sus jugadas en el F. C. Barcelona, en la temporada 72/73. 
La Selección Española (1989), el Zaragoza, Atlético de Madrid y Extremadura aplaudieron al también tacuense –y también de la calle La Palma-, Juanito (Juan Francisco Rodríguez Herrera).
Otro nombre propio ha sido el del árbitro internacional de fútbol, Juan Manuel Brito Arceo, tacuense de la calle de El Hierro.

El Boxeo puede presumir de grandes nombres, hombres de Taco: Miguel Velázquez, Campeón del Mundo peso Superligero; Juan Albornoz Hernández “Sombrita”, con un amplio palmarés en el que figuran varios títulos de Campeón de Europa y Campeón de España. Angel Suárez Velázquez “Tamarán”, Campeón de España; Juan Suárez Velázquez “Guanchinerfe”, Medalla de Oro Amateur en Portugal…

En el mundo del folclore, entre otros, mención especial merece la cantante África Alonso y Cayetano Afonso Delgado “El Parranda”

En las letras, Luis Melo Castellano, “el Poeta”, perteneciente a Poetas del Universo. 
Especial protagonismo ha tenido Taco en los grupos del Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, fiestas en las que participaron las murgas ya desaparecidas: Los Trasnochados y Los Chicharritos. En la actualidad, son Los Bambas, Marchilongas y Bambones, los que llenan de carnaval nuestro barrio y toda la Isla.

Comentarios

  1. Cómo tantas cosas que tenemos y no valoramos un gran poeta cómo fue nuestro amigo meló merese un monumento en su recuerdo en el cruze de taco y que tiremos a la mierda los cuatro palos que puso el ayuntamiento que no sirve para nada y que pongan a este hombre que es cultura nuestra un saludo para todos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gran persona y gran poeta!!
      Si, merece un reconocimiento. Gracias por tu comentario

      Eliminar
  2. Claro que si!
    Gracias por leerme y por comentar.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La Cuesta, ayer y hoy

Supersticiones y rituales en la víspera de San juan y San Pedro