¿Dónde ha ido a parar la magia de jugar en la calle el Día de Reyes?
Atrás queda ya la celebrada Navidad y Reyes. Se empiezan a recoger adornos cuando, por algún resquicio de la casa, siguen presentes trozos de papel de regalo y algún que otro turrón.
Como se esperaba, los Melchor, Gaspar y Baltasar han visitado los hogares, dejando en ellos los juguetes que niños y niñas incluyeron en sus cartas. Además –al menos en Canarias-, sus Majestades de Oriente dejaron un tiempo casi primaveral con un cielo azul de postal.
“¡Menos mal que hace buen tiempo y los niños podrán disfrutar del día y de la calle!”, me dije. ¡Qué ingenua!, lo reconozco.
Pasadas unas horas ya me preguntaba dónde estaban los niños… Confieso que, en varias ocasiones, eché en falta la algarabía que un día como este resuena en cualquier casa, en cualquier acera, en cualquier lugar.
Hasta hace unos pocos años las calles se llenaban de júbilo, de niños y niñas jugando y mostrando sus nuevos tesoros, sus juguetes nuevos: muñecas, puzles, bicicletas, balones, patines, coches teledirigidos. Hoy me alongué varias veces a mi balcón con la ilusión de ver a algún peque con su entusiasmo colmado, pero no, no fue posible. No estaban en la calle ni en las plazas, ni el parque...
Cada 6 de enero celebramos el Día de Reyes, una festividad que evoca la alegría y la ilusión de los más pequeños, pero cada vez más es de puertas adentro e individualizada. Los Reyes Magos, con su magia y generosidad, traen consigo no solo juguetes, sino también sueños y esperanzas. Sin embargo, este año –como ya he expresado-, he notado algo inquietante: las calles, plazas y parques que solían llenarse de risas y juegos parecen vacíos.
Los niños y niñas crecen desconociendo el placer de explorar el mundo exterior, ahora parecen más cómodos en cualquier rincón de su habitación inmersos en pantallas y dispositivos electrónicos. ¿Hemos perdido la conexión con la magia del juego al aire libre?
No perdamos de vista lo importante que es el juego para el crecimiento de nuestros peques y para nosotros mismos. Jugar, compartir juegos, no solo fomenta la creatividad y la imaginación, sino que también promueve el aprendizaje, la socialización y el ejercicio físico. Las bicicletas, los balones, muñecos y patines no son solo juguetes; son artilugios que ayudan a construir recuerdos compartidos con amigos y familiares.
La magia del Día de Reyes no reside únicamente en los presentes que vienen envueltos en papel de regalo, sino en las experiencias compartidas y en el tiempo dedicado a jugar juntos. Recordemos que cada juguete tiene el potencial de convertirse en una aventura inolvidable si se utiliza en compañía.
Invitemos a nuestros niños a salir a las calles, a redescubrir el placer del juego al aire libre. Así, no solo celebramos el Día de Reyes con alegría, sino que también cultivamos un futuro lleno de risas, conexiones humanas y gratos recuerdos.
Invitémonos a volver a salir a la calle el Día de Reyes y otros días. Invitémonos a recuperar la calle como lugar de esparcimiento, de socialización, de disfrute individual y colectivo. Invitémonos a ser un poco más humanos y a volver a disfrutar como niños.
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