2024, un año de romances frutales y precios desorbitados
¡Bienvenidos a 2024! Así nos felicitábamos ufanos hace ya casi un año. ¡Qué inocentes éramos y no lo sabíamos!
En este año que da sus últimos coletazos…, a una inflación galopante le ha seguido la estanflación, la hiperinflación, la reduflación y la madre que la parió.
Ir a hacer la compra cada mes se ha convertido en deporte de riesgo y de contención verbal. “¡Madre mía, qué caro está todo!, ha sido, quizás, la frase más repetida en estos últimos 12 meses. Precios que suben y ofertas que se despliegan ofreciéndonos más por menos, es decir, más precio y menos cantidad. Si hasta el Monstruo de las Galletas de Barrio Sésamo se ha quejado de que en su paquete habitual faltan 3 y le han cobrado lo mismo o más.
¿Qué es una raya más para un tigre?, nos preguntamos desde Canarias, donde nos hemos acostumbrado a la resignación como respuesta a casi todo. Sin duda, este 2024 ha colocada a Canarias con la cesta de la compra más cara. Por pagar, hemos pagado hasta la ambulancia que se coloca a la puerta de los supermercados sabiendo de los constantes desmayos por el alza de los precios de los productos básicos (un poco exagerada la frase, la verdad). O no tan exagerada porque aún nos hacemos cruces ante el precio desorbitado del aceite de oliva. Lo del aceite ha sido un drama. Este año, el precio del aceite subió tanto que algunos empezaron a pensar que era más fácil comprar acciones de una empresa petrolera que llenar su despensa. La gente empezó a hacer trueques: “Te doy dos litros de aceite por un fin de semana en donde quieras”. ¡La economía canaria nunca ha sido tan creativa!
En fin, que no nos hemos librado de pagar más por lo que comemos y por lo que hemos dejado de comer porque no hay dinero para tanto gasto.
A la subida de los alimentos hay que sumar el escandaloso precio del alquiler (si has conseguido piso, claro) porque la modalidad vacacional se ha extendido como una plaga por todo el territorio: allí donde la imaginación ni lo sospechaba…, ¡ahí también hay un alquiler vacacional!
Y con tanta oferta turística alojativa los visitantes se han “cuantiplicado”, dejándose ver masivamente por cualquier rincón, con su botellita de agua y su bocadillo birlado del bufet del desayuno. Después están los que comen bien, los que gastan, pero esos la mayor parte del tiempo no salen del hotel.
Ay, 2024 que te vas, dejando mucho rastrojo, pero también mucha risa e ilusión. ¡Qué lástima da pensar en esas aplicaciones de citas, abocadas al fracaso ante la piña como competidor! Imagínense: carro de compra vacío con una lozana piña, en su estado más puro y natural, buscando quien le ponga ojitos y desee compartirla.
Pues sí, rozando el ridículo, fueron muchos los informativos nacionales y locales que incluyeron en su escaleta la nueva modalidad de ligue: de 7 a 8, los pasillos de supermercados se convirtieron en zonas de caza romántica donde los corazones (y las piñas) volaban por los aires, intentando dejarse seducir. Lo que no sabemos es si las carantoñas de esta fruta agridulce dieron sus frutos.
Así que ahí lo tienen: 2024 ha sido un año lleno de locuras turísticas, luchas laborales dignas de aplauso, romances frutales y precios desorbitados. Si hay algo seguro es que vivir en Canarias nunca es aburrido…
Feliz y próspero 2025
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