Llueve

LLueve. Me despertaron las gotas de lluvia, el sonido rítmico que desplegaban sobre la plancha de plástico que cubre el patio,tac,tac tac,tac....una y otra vez.
Decidí levantarme. No me gusta perder el tiempo en la cama, dándole vueltas a no se qué...la vida está fuera.
Una taza de café humeante. Un sillón de mimbre confortable y las flores que me ha regalado un Anturio que me acompaña desde hace años allá donde vaya.
Me senté a escuchar la lluvia y sin querer tomé conciencia del aire que respiro. Huele a tierra húmeda, a limpieza, a frescura. Huele a agradecimiento por parte de la tierra, a vida.
De repente caigo en la cuenta de lo importante que es este aire para mi. Ya lo sabía pero es como si fuera nuevo, como si lo hubiese aprendido hoy. Es un aire nuevo que me permite respirar no sólo oxígeno. Un aire compuesto de vida y no sólo de la orgánica sino también de la anímica.
Inhalo olor a tierra mojada y a la vez escucho el canto de algún pájaro que me da los buenos días y le respondo "gracias".
Siento como si este aire lleno de una frescura ilusionante y el sonido de la lluvia me despejaran de cargas que no me pertenecen. Siento como si el agua que cae, la vida, me despejaran el camino, mi camino, como si lo limpiaran para mi.
Desde lo más interno traduzco el tac tac de la lluvia sobre la plancha e intuyo invitaciones a comenzar a andar.
LLevo mucho tiempo expectante, mirando tras los cristales de la ventana como caen las gotas. Hoy quiero mojarme, sentirme más viva que nunca. Empaparme. Tengo muchas cosas por las que dar "gracias".

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