El Trumpismo, ¿tendrá vida más allá de Donald Trump?
Apenas pasaban 6 días del nuevo año 2021 y la sociedad mundial se vio sorprendida por un claro ejemplo de populismo, evidenciado por el asalto al Capitolio. Tamaña ofensa a uno de los países más representativos de la Democracia ha sido protagonizada por una marea de seguidores del presidente estadounidense Donald Trump, quien, no contento con los resultados electorales del pasado mes de noviembre, no ha cesado de arengar a sus seguidores contra los resultados de las urnas, unos resultados que dieron como claro vencedor al presidente ya ratificado, Joe Biden. En cualquier caso, son muchos los analistas políticos que concluyen que el asalto al Capitolio no es ni más ni menos que el resultado del discurso que Trump ha mantenido desde el primero de sus días al frente del gobierno de los EEUU.
Para esbozar el Trumpismo
tomaré como punto de partida el discurso y el populismo.
El populismo, según la RAE,
es una tendencia política que pretende atraer a las clases populares. Pero,
profundizando en su concepción política y social, el populismo dista mucho de
esta explicación, siendo un concepto mucho más complejo al albergar diversas
realidades, diferentes propuestas y estrategias políticas, acciones económicas,
culturales y sociales que intentan alcanzar un bienestar común de los
ciudadanos, atentando contra una democracia liberal, convenciéndoles con una
serie de estrategias populares que, en realidad, solo pretenden usar para perpetuarse en el poder. El populismo
está encabezado por líderes políticos tanto de izquierda, como de derecha o
ultraderecha. Poniendo ejemplos concretos, se ha considerado populistas a los
líderes de diferentes gobiernos, entre estos: Hugo Chávez (Venezuela), Nicolás
Maduro (Venezuela), Jair Bolsonaro (Brasil), Recep Erdogan (Turquía), Evo
Morales (Bolivia), Silvio Berlusconi (Italia), Donald Trump (EEUU)…
Cada vez más surgen nuevos
populismos, tendencias políticas acompañadas de un discurso radicalizado que
cuestiona la legitimidad de acciones, convirtiendo a determinadas élites o
actuaciones en contrarias al interés
nacional.
Yendo por partes, si nos
centramos en la Teoría del Discurso y analizamos las intervenciones de Trump
encontraremos que desde el comienzo de su responsabilidad política sus elocuciones sobresalían por sus
contenidos descarados y populistas, repletos de exabruptos, insultos, racismo y
burla, entre otras características tan poco propias de discursos políticos.
Prueba de esto son las innumerables portadas que guardan las hemerotecas de
distintos medios de comunicación en las que el presidente es noticia no tanto
por lo que hace sino por su discurso, logrando así desviar la atención
mediática de los verdaderos problemas del país.
Entre los haberes de Donald
Trump – y que han destacado en sus discursos, manifestaciones y conversaciones
públicas-, destacan sus claros tintes machistas
y misóginos. En diferentes ocasiones se ha referido a la figura de la mujer
como expresión sexual y objeto de deseo. Una muestra del machismo profesado por
Trump se engloba en una de las muchas frases esgrimidas durante uno de sus
mítines, el del 27 de octubre de 2020: ″¿Y
sabéis qué más? Voy a hacer que vuestros maridos... ellos quieren volver a
trabajar... Vamos a hacer que vuestros maridos vuelvan a trabajar. Todo el mundo
lo quiere”. En este mitin
también se jactó de que en el 2016 le había ido “genial con las mujeres”.
Por
otro lado, destacaremos el rechazo a la inmigración y su carácter racista. En este aspecto hay
mucho sobre lo que escribir y decir, ya que Trump desde su campaña electoral en
2015 mostró su rechazo a las personas llegadas desde determinados lugares;
basta con recordar su promesa electoral de construir el tan mencionado muro con
México. Concretamente, el 15 de junio, en la presentación de su candidatura –y
dejando claro cuál iba a ser su línea política-, espetó: “Los inmigrantes mexicanos
traen droga, crimen, son violadores y, supongo que algunos son buenas personas”.
Además, en sus actos ha contentado a sus seguidores con acciones como la de
suspender el programa Estatus de
Protección Temporal (TPS) que concedía residencia legal a personas
migrantes de Haití, Nicaragua, Honduras, El Salvador y continente africano,
quedando aproximadamente 300.000 personas sin protección. Sobre esta decisión,
Trump puntualizó: “¿Por qué recibimos a gente de países de mierda?”.
No
obstante, no quedaron aquí los exabruptos racistas puesto que, la Organización
de Naciones Unidas (ONU), se vio obligada a sentenciar el discurso racista por
su crudeza, con afirmaciones del político tales como: “Todos tienen SIDA”
(referido a la ciudadanía de Haití), “Que
vuelvan a sus cabañas en África” (referido a las personas inmigrantes
africanas),
El
medioambiente y el calentamiento global
han sido objeto de continuas burlas y negaciones que se pueden encontrar
repetidamente en el discurso del presidente estadounidense, declarado
negacionista del cambio climático, con frases como “el calentamiento global es un
concepto inventado por los chinos”. De hecho, desde que Trump llegó al
poder puso en marcha diferentes
políticas en su línea, como la defensa del combustible fósil, la desregulación
de las emisiones de las centrales térmicas de carbón, disminución de las
exigencias de eficiencia energética de los vehículos y la retirada de EEUU del acuerdo de Paris,
una decisión argumentada como, “para cumplir mi solemne deber de proteger
EEUU y sus ciudadanos, EEUU se retirará del acuerdo climático de París. Fui
elegido para representar a los ciudadanos de Pitsburg, no de París”.
En
materia sanitaria, atendiendo a la
actualidad y a la pandemia originada por el virus SARS.CoV-2, Trump ha restado
desde el principio importancia a la enfermedad de la COVID-19, mostrando en su
discurso jocosidad en reiteradas ocasiones y subrayando la importancia de no
parar la economía. Su discurso descarado e inapropiado llevó a considerar a
algunas personas la posibilidad de “consumir desinfectante para matar el virus”.
Otra
patología diana de sus alocuciones ha sido el cáncer. Trump llegó a declarar
que el ruido de un molino de viento era “causa de cáncer”, algo que tuvo que
desmentir inmediatamente la Sociedad Americana Contra el Cáncer.
El
discurso del máximo mandatario estadounidense está repleto también de manifestaciones xenófobas, siendo
objetivo de sus insultos, entre otros, las personas transgénero. Si la
administración Obama logró aprobar la ley para que las personas transgénero
pudiesen dedicarse profesionalmente a las Fuerzas Armadas, Trump mediante
decreto en 2019 vetó que estas personas pudiesen formar parte del ejército,
alegando que “el Gobierno de Estados Unidos no aceptará ni permitirá que las
personas transgénero sirvan en el Ejército”, justificando esta decisión
en que “el ejército debe concentrarse en una victoria decisiva y abrumadora y
no puede cargar con los tremendos gastos médicos y las perturbaciones que implicaría
los transgéneros en el ejército”.
Concluyendo,
el Trumpismo es una facción del Partido Republicano de EEUU que cuenta con
miles, millones de seguidores. Una cifra que se puede comprobar atendiendo a
los resultados electorales de 2020, unos comicios en los que Donald Trump logró
el apoyo electoral del 46,9% de los votos.
Si
bien, el Partido Republicano encabezado por Trump, perdió estas elecciones
presidenciales, quien ganó adeptos y amenaza con perpetuarse en el tiempo es el
movimiento trumpista, a juzgar por las alarmantes y desquiciadas palabras de su
líder, que no solo han propiciado el asalto al Capitolio, sino que, además han
convertido a su partido y a la democracia estadounidense en objeto de mofas y
entredichos.
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