Re-descubriendo mi entorno...



Hace unos días, en compañía de mis amigas y sumergida en un trocito de océano, pensando en voz alta, dije: -"la verdad. si hay algo que agradezco a este tiempo en el paro, es poder disfrutar de ratitos como este"...

Y es verdad, volcando la vista hasta hace dos años concluyo que he pasado de las prisas, los agobios y los madrugones propio de las obligaciones que conlleva el horario laboral a mañanas insípidas, aburridas, sosas, iguales y sin un "por qué ni para qué" en muchas ocasiones pero, eso sí, que piden a gritos un cambio...

En una de estas, hace unos días, "las chicas" me comentan que se van a caminar por las mañanas, una hora o dos, después de dejar a los críos en el cole para desconectar, para airearse (y sí, también para bajar esos kilitos que nos sobran a algunas) y, claro, novelera que soy me apunto y comenzamos a marcar rutas.

No, nada de recorrer la isla ni lugares exóticos, parques acicalados o pistas para senderistas, ¡a caminar por el barrio y los alrededores!. 

"Ya ves tú!, pensé, ¡chiquitos paisajes!, me dije, pero bueno, ¡si hay que caminar se camina!, sentencié...y quedamos para el día siguiente, a las 8.30, con una botella de agua y ganas de romper la monotonía.

Quien me lea pensará que vanas son mis quejas en el arte de caminar por el paisaje urbano pudiendo elegir maravillas capitalinas en las que recrear los 5 sentidos pero, haciendo honor a la verdad, a la situación de paro y a la austeridad impuesta: querido amigo, querida amiga no queda otra...

Y, ¡sorpresa tras sorpresa!. Esto es lo que ocurre cuando para trasladarte, para ir de un lugar a otro, lo haces en coche o guagua entonces ¡ignoramos cuantos detalles escapan a nuestros ojos!

Haciendo gala a la buena costumbre de compartir y de regalarme nuevamente con la experiencia vivida,  me recreo en  esos paisajes urbanos, que no salen en los catálogos de Fitur -ni falta que hace- y de los que disfrutamos los que hemos decidido apearnos del motor, dejar de relamernos nuestras heridas y vivir por encima de nuestras posibilidades convencionales, sin gastos, sin fraude...
Y nos vamos hasta Bocacangrejo, a un par de minutos desde casa: 


Un barrio alzado junto al mar...


Con vecinos que invierten su tiempo en recrear sus calles en pequeñas exposiciones...


Andando por sus aceras tenemos el privilegio de embriagarnos con el aroma del mar...



Y recrearnos con desconocidas muestras de arte urbano...



Para zambullirnos nuevamente al ritmo del vaivén de las olas...





Y volviendo sobre nuestros pasos, y caminando en dirección contraria, nos deleitamos con la Nea, la joya de Radazul...


Un paseo que haremos mañana...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Supersticiones y rituales en la víspera de San juan y San Pedro

La Cuesta, ayer y hoy

Taco, un sentimiento