Una visita a la Cueva de Chinguaro

 


Chinguaro no es solo un lugar con cuevas, no. Es un lugar emblemático de Güímar, reseñable y fundamental cuando se habla de la historia de Canarias. “En la actualidad es un lugar minimalista, como un pequeño parque repoblado de flora autóctona y totalmente accesible. Tiene una ermita, inspirada en una cueva, y cuenta con una pequeña dependencia que se corresponde con las antiguas sacristías”, nos comenta Pedro Damián Hernández, responsable del lugar.

La palabra Chinguaro es de origen guanche y hace referencia a barrancos. De hecho, Chinguaro es un pequeño barranco en el Valle de Güímar, concretamente en las medianías y junto a la carretera. Según documentos y publicaciones historiográficas, en este lugar residía el Mencey de Güímar, Acaymo.

Releyendo la historia encontramos que Fray Alonso de Espinosa describió en su obra este paraje como el lugar donde se encontraba la cueva del Mencey y donde fue depositada la imagen aparecida en la costa de Chimisay a principios del siglo XV. En Chinguaro permaneció durante casi 40 años, siendo reconocido este como el lugar donde se rindió culto por primera vez a la Virgen.

Escribe Espinosa en sus textos que durante este transcurso de tiempo fue apresado un joven aborigen, al que los conquistadores llamarían Antón Guanche y a quien devolverían a las costas güímareras tras ser catequizado. Antón, en un encuentro con los suyos en el entorno de Chinguaro, explicó a estos el significado de la imagen y les convenció para que fuese trasladada a un nuevo lugar, en el que fuera venerada en mejores condiciones de solemnidad y respeto. La nueva morada fue la Cueva de Achbinico (llamada posteriormente Cueva de San blás), siendo este el lugar en el que pondrían nombre a la talla: Virgen de Candelaria.

Durante el siglo XVI se construyó una ermita en Chinguaro, sacralizándose así un lugar muy significativo para los guanches y engarzando ambas culturas, convirtiendo este escenario en una mezcla entre hábitat prehispánico, cueva guanche y ermita, algo que fue desapareciendo con el tiempo, como así nos lo ha explicado Pedro Damián, mayordomo del lugar.

 “Chinguaro es un yacimiento arqueológico y un santuario”, indica el mayordomo mientras nos comenta por qué adquirió la responsabilidad de cuidar de este enclave, “en Güímar existe la tradición de mantener la figura del camarero/a (que son las personas que se encargan del cuidado y ornamento de las Imágenes) y del mayordomo/a (que son las personas que se encargan del cuidado del edificio relacionado con el culto a los santos). Y yo, desde antes de que se llevase a cabo la obra de rehabilitación de Chinguaro me he encargado de cuidar el lugar, ser el guía de los visitantes y organizar las fiestas anuales que se celebran el primer domingo de febrero. El párroco que estaba en aquel momento tuvo a bien nombrarme mayordomo y así ha seguido hasta ahora”.

Nos comenta Pedro Damián que durante aproximadamente 30 años este lugar estuvo totalmente abandonado, en ruinas. “En 1994, nos juntamos un grupo de amigos con la finalidad de recuperar las fiestas que se hacían aquí y volver a celebrarlas, aunque fuese en las propias ruinas, ya que esta tradición había desaparecido. En aquel momento no existía el lugar como se puede apreciar ahora: las instalaciones, capilla, servicios y demás…, simplemente no estaban. Lo que vemos hoy en día es el fruto de la rehabilitación que tuvo lugar en el año 2007 y en la que participaron Cabildo, Ayuntamiento y Obispado”.

En el último tramo del siglo XX, Pedro Damián Hernández era el responsable de la organización de los actos que se celebraban en Chinguaro, actos que se realizaban en honor a la Virgen, “allí nunca se nombra a la Virgen por el nombre de Candelaria ni por el nombre de El Socorro, sino por el nombre de Virgen de Chinguaro. De hecho, es como si habláramos de un tercer nombre para referirnos a lo mismo. Chimisay, El Socorro y Chinguaro son tres escenarios de la historia de los traslados que hicieron los propios guanches de la imagen que encontraron. En Chinguaro lo que hay es un cuadro grande del que se hace referencia en muchos escritos”.

El cuadro que se haya expuesto en Chinguaro no es el primigenio, según nos relata nuestro entrevistado, quien señala que en la pintura se observa el momento en el que los guanches le presentan a Antón Guanche la imagen de la Virgen. “Él señala a la Virgen y dice las cuatro palabras tan conocidas de la lengua guanche: Achmayex Guayaxerax Achoron Achamán. Y que significan la Madre del Conservador de Cielo y Tierra”. 

Por otro lado, nos recuerda que “el cuadro es prácticamente idéntico al que estaba, del que hay alguna fotografía de finales del siglo XIX publicada en el libro de José Rodríguez Moure. Siempre pensamos que el cuadro que tenemos estaba pintado sobre ese anterior. Pero antes de consagrar Chinguaro en el año 2007, una restauradora trabajó sobre este cuadro y determinó que esta pintura no se correspondía con el original por las características que se apreciaban. Posiblemente, el anterior estaba tan deteriorado que el autor del que se puede apreciar actualmente, Manuel López Ruiz, lo reprodujo en un nuevo lienzo”.

Manuel López Ruíz, nacido en Cádiz en 1869 y fallecido en Santa Cruz de Tenerife en 1960, fue un reconocido pintor que vivió en Güímar durante muchísimos años. Una obra suya, una marina, se exhiben en el Museo del Prado, en Madrid, pero también en Güímar, en el interior de la Iglesia de san Juan, en el cine, en la Fonda medina y en otros diversos lugares como en el Teatro Leal, en La laguna, o en diferentes dependencias municipales del Ayuntamiento de Los Silos.

¿Y qué fue lo que motivó a Pedro Damián Hernández a recuperar el lugar? El estado de abandono y olvido que se postergó durante tres décadas. “Cuando empezamos en el año 1994 esto estaba abandonado. Durante este tiempo hubo muchos conflictos entre la Iglesia, que era la dueña del lugar, y las administraciones públicas, que deberían haber financiado una rehabilitación, pero que deseaban también que el lugar fuese respetado como yacimiento arqueológico. Esto, que parece una tontería, enquistó bastante los proyectos de restauración. Incluso, en algunos momentos de esos 30 años, daba la sensación que el lugar permanecería en ruinas siempre. A causa de esto, un grupo de amigos pensamos que, si volvíamos a celebrar las antiguas fiestas sobre el espacio existente, aunque estuviese deteriorado, tal vez lograríamos mantener encendida la llama del interés y la historia de Chinguaro. Otra de las circunstancias que me motivaron a dedicar mi tiempo a este lugar tiene raíces familiares ya que mi tatarabuelo y mi bisabuelo fueron también mayordomos de Chinguaro. De pequeño recuerdo escuchar a las tías de mi padre hablar de este sitio y de las fiestas a las que venían. Eso despertó mi curiosidad sobre este barranco y la relación de mis antepasados con esta historia”.

En torno al año 1972, y al fallecer Fernando, el anterior mayordomo, se dejaron de celebrar los actos propios del lugar, desapareciendo con ello el interés por el sitio. Tanto fue el abandono que en un invierno se desplomó el techo de la ermita y algunos feligreses de la parroquia de san Pedro trasladaron el cuadro para que no se deteriorara. “eran años en los que el valor de la tradición no tenía tanta importancia”.

Las fiestas del primer domingo de febrero a las que ha hecho mención nuestro entrevistado eran muy sencillas. “Yo recuerdo las fiestas de 1972, estas celebraciones se limitaban a la celebración de una misa muy temprana en el lugar -en Güímar se mantiene la costumbre de hacer las fiestas de madrugada- y después la gente venía a Chinguaro y aquí pasaban el día. Este lugar era como un gran jardín, un oasis; las familias traían la comida y aquí pasaban la jornada. Recuerdo que tocaba la banda de música y se montaban algunos ventorrillos. Eran unos actos muy sencillos a los que hoy en día no llamaríamos fiestas, pero en aquel entonces sí que lo eran”.

Pasados los años, finalmente en el  2007 se restauró el lugar después de algunas polémicas debido a la diversidad de opiniones manifestadas. “Es verdad que algunas personas querían que se priorizara el yacimiento arqueológico y otras defendían como prioridad el hecho religioso allí ocurrido. Yo creo que el proyecto -con todo lo que pueda gustar o no a cada persona-, se resolvió bien: en la zona que ya no tenía interés arqueológico se ubicaron las instalaciones de las que hoy en día se puede disfrutar y el resto del lugar, el barranco, permanece tal cual estaba. De hecho, se continúan realizando excavaciones arqueológicas”.

Lo cierto es que este lugar no fue nunca un lugar de enterramiento sino de culto, pudiéndose apreciar en él fragmentos de loza, restos de alimentos y similares, “lo que confiere al sitio bastante importancia no es tanto lo que está o se pueda encontrar –que indudablemente la tiene-, sino lo que ocurrió aquí. Su protección como BIC está amparada por la figura de sitio histórico. El interés del lugar -sin quitar el interés arqueológico-, se basa en lo que ocurrió. Si yo me limitara a enseñar el lugar como un yacimiento, pues sería un yacimiento casi sin contenido porque ha estado sometido a los cambios del lugar”, asevera Pedro Damián. 

Chinguaro está ubicado en el centro del Valle, tiene una carretera que lo cruza y, además, ha sido cultivado. “Cualquier otro lugar que tenga presencia aborigen, incluso en el Valle de Güímar, puede que fuese arqueológicamente más interesante que Chinguaro. Ahora, ese episodio basado en la colocación de la Imagen de la Virgen y la llegada de Antón Guanche, entre otras circunstancias, supuso una especie de cierre a la historia de los guanches y el comienzo de la historia europea de estas islas, ¡eso es lo que da verdadera importancia a Chinguaro!. Repito, sin restar ni un ápice de valor e interés al establecimiento de los guanches en el lugar”

En cualquier caso, las actuaciones de mejora en Chinguaro le han conferido un valor extra, “el lugar ha salido ganando. La gente a la que no le ha gustado el proyecto –están en su legítimo derecho, claro-, no recuerdan que entre el Chinguaro antiguo –con jardín y capillita de teja- y este, pasaron 30 años de abandono total, estando este lugar lleno de basura y seco”.

La cueva y barranco de Chinguaro es visitado constantemente por un gran número de personas durante todo el año. El mayordomo del lugar nos cuenta que, en el año 2019, antes de padecer los efectos de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, contabilizó personalmente la visita de más de 3.500 personas que disfrutaron de estas instalaciones, “se trataba de grupo de excursionistas, alumnado de colegios o institutos, grupos de mayores o grupos de parroquias Pero son bastantes más los que nos visitan porque muchas personas vienen con coches propios o de alquiler, turistas o senderistas, que paran y ven este lugar para después continuar su camino”.

En el próximo año 2023, la Virgen de El Socorro y sus devotos tendrán la posibilidad de vivir dos fiestas: las de septiembre y las de octubre. En la tercera semana del mes de octubre de 2023 tendrá lugar (si nada lo impide) la ida de la imagen de la Virgen de El Socorro hasta Chinguaro, donde será agasajada por su pueblo. 


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