La Lagunera Plaza del Cristo

                                            

La Plaza de El Cristo no siempre tuvo el aspecto que luce actualmente. Lo cierto es que son muchos los ciudadanos que añoran el aspecto anterior de este enclave lagunero, lugar de esparcimiento de la ciudad en el que, tanto adultos como menores, vivían intensamente las jornadas de asueto.

La Plaza de El Cristo -aunque su nombre real es Plaza de San Francisco, debido a que en este lugar se encontraba el convento franciscano San Miguel de las Victorias, desde 1506-, delimitaba la parte urbana de la rural, situada en las afueras del casco histórico y al principio de la vega lagunera, ocupando el exterior del Real Santuario del Cristo de La Laguna y del antiguo cuartel militar.


En realidad, en el siglo XVI, este espacio no era una plaza sino un campo en el que los militares realizaban sus ejercicios. Con el tiempo y debido a la creciente población de la ciudad de Aguere, el lugar fue adaptándose a los tiempos. A finales del siglo XIX, en torno a 1879, la ciudadanía de entonces podía disfrutar de un templete, obra de José Felipe de la Rosa y que consistía en una ornamentación novedosa, un gran arco triunfal de cuatro pilares, realizado en madera, lienzo, mármol y jaspe. 


El 27 de marzo de 1906, el Rey Alfonso XIII y todo su séquito pasearon por esta plaza lagunera a la que se añadieron arcos en honor a la visita del monarca, bajo los cuales –y en dirección al Real Santuario-, caminó el Rey de España y los infantes Dª María Teresa de Borbón y D. Fernando de Baviera, familia real que llegó a la ciudad histórica a bordo del antiguo tranvía.

Y los años han seguido pasando. A principios del siglo XIX, concretamente en 1922, se realiza una reforma debido al deterioro que se había hecho  presente tanto en el templete como en su decoración, siendo sustituido por  otro templete inspirado en motivos musulmanes. 

Teniendo en cuenta que las Fiestas del Cristo eran celebradas en el mes de septiembre, y comprobando la necesidad de colocar de manera permanente el altar del Santísimo en un lugar destacado, se inició una nueva reforma del lugar en el año 1935, realizándose un nuevo templete de cemento armado para acoger  el mencionado altar.

Aproximadamente a mitad del siglo XX, en los años sesenta, nuevas obras protagonizaron este enclave. Tras un concurso puesto en marcha por el Ayuntamiento de La Laguna en 1959 y ganado por Fernández Rodríguez, Roda Calamita y Toledo Díaz se procedió a la transformación del lugar. En 1962 comenzaron las actuaciones previstas, derribándose el templete, pavimentando la plaza con losetas e instalándose bancos de piedra.

Es en este año, 1962, cuando se crea la famosa y añorada fuente luminosa de la Plaza del Cristo, obra del ingeniero Carlos Díaz López. Esta obra de arte (como muchos la definen y recuerdan) era una fuente realizada con piedra artificial y constaba de una taza superior central elevada, respecto al nivel de la calzada e instalada en una especie de lago artificial rodeado de césped. 


La Plaza luciría este aspecto tan peculiar y propio, orgullo de laguneros, tinerfeños y  canarios en general, durante décadas.


Marisa Hernández es octogenaria y, al hablar de la Plaza del Cristo, tiende su vista al pasado, como si quisiese entrar y revivir sus paseos por el lugar: “En los años setenta-ochenta  traía a mis hijos a este lugar. Había una fuente grande en el centro y bancos alrededor. También recuerdo algunos árboles, álamos negros, que nos regalaban la sombra en el verano y una imagen preciosa en el otoño. Los chiquillos jugaban en toda la plaza. ¡Era muy grande! ¡Se veía más grande!

Antonio, también octogenario, recuerda ese aspecto de la Plaza. Sentado en un banco cuenta cómo ha ido creciendo con la plaza. “¿Me ves viejo y estropeado…? Pues así mismo está la Plaza. Cuando era joven venía a enamorar aquí. Mi novia y yo paseábamos junto a la fuente. Aquí venían muchas parejas y muchos niños. Me parece verlos ahí, en el medio, donde ahora no hay nada, jugando al trompo. Esta plaza era una cosa grande cuando llegaban las Fiestas del Cristo. De una punta a otra se llenaba todo de ventorrillos, tómbolas, norias y cochitos locos. En esas casas que ves ahí (me dice señalando a uno de los laterales) vivían conocidos míos y, en las fiestas, nos reuníamos familias enteras en la azotea, asando carne y esperando a ver los fuegos.


Así recuerdan algunas personas este lugar antes de la remodelación de 1998, cuando se llevó a cabo la construcción de un aparcamiento bajo la Plaza, lo que provocó la retirada de la fuente y de los álamos negros. En este espacio se colocaron cuatro prismas de metal, rectangulares. Actuación muy criticada por la ciudadanía, prestándose a burlas y chistes. Estos prismas que pretendían rendir homenaje a los extinguidos templetes fueron retirados en el año 2008.


Actualmente la Plaza se divide en dos partes. Una de las mitades es utilizada como lugar de paseo, ocio y juego para los más pequeños. La otra mitad acoge desde el año 2007 las instalaciones del  Mercado Municipal, algo que en principio se había contemplado como temporal.

Sea como fuere, la Plaza del Cristo continúa siendo uno de los lugares más visitados de la ciudad de Aguere y que merece ser engrandecido por propios y visitantes, sumando vida y alegría al lugar.

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