Lealtad


El río es leal a su cauce cuando discurre en él, sin desbordarse o filtrarse. 
Si determinados elementos alteran el recorrido por la acumulación de piedras o basura,... el río se desborda, tal vez cause daños, tal vez sólo arrastre los despojos y limpie de escollos el camino para aguas venideras, claras y frescas. 
En cualquier caso, e injustamente, se tachará de desleal al río nunca a la causa del desbordamiento del caudal.
En cualquier caso, el río ya no será el río ni el cauce su cauce...

El perro es leal cuando lame la mano de su dueño y panza arriba se someta a su designio.
El día que, a espaldas de su dueño, el perro sea amordazado, vilipendiado y maltratado..., este se revolverá contra todos y hasta su dueño le tachará de desleal, a él, nunca a los que arguyeron a sus espaldas, incluso intuyendo los hechos. ¡Tal vez, en su ignorancia, hasta les premie!
En cualquier caso, el perro quedará herido y su dueño lastimado...

La lealtad no es un contrato. La lealtad no se puede escribir o firmar. O se tiene o no se tiene. No es un código ético. Tampoco es una obligación ni un sacrificio...
La lealtad es un compromiso no firmado, es un sentimiento de respeto, de principios, de madurez y continuidad. La lealtad no está unida a la necesidad, sino a la confianza y a las acciones. Es ese nexo de dos extremos que une al río a su cauce, o al perro a su dueño, o las letras negras al fondo blanco..

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