Todo se repite


Es otoño aunque no lo parezca. Tomé conciencia desde anoche, no ha parado de llover intermitentemente. El cielo es gris. No hace frío, hace calor. Huele a lluvia y polvo, a campo mojado, a tierra húmeda...a soledad.

Y pienso que como el año pasado, por esta misma fecha, no hay nadie con quien compartir un poco de vino y un par de castañas asadas.

De pequeña en casa, cuando el mes de octubre casi terminaba, mi padre asaba castañas por la tarde- noche. Toda la familia: mis hermanas, mi abuela y mis padres nos sentábamos alrededor de una pequeña mesa a comer castañas y a compartir historias. Me costaba quitar la piel chamuscada, desnudarla a mi antojo, para después saborearla.
Algunas sabían a carbón porque el calor del fuego fue más intenso, otras resultaban deliciosas a mi paladar... Cuando estaban muy calientes, mi padre las pelaba para mi ante la atenta mirada celosa de mis hermanas. El bebía un poco de vino rosado en vaso chiquito, transparente.
Este ha sido un bello recuerdo de aquellos años.

Crecí y quise mantener ésta tradición familiar en mi propio hogar...no sirvió de nada. Ni eran aquellas castañas ni nunca sería aquel sabor...pero el vino no faltaba en vasos grandes.

Ahora, como cada otoño, desde hace algunos años, estoy sola.

La sensación de humedad y el olor a tierra mojada me ha hecho evocar aquel recuerdo.

Por un momento me permito pensar que podría ser diferente... y de estar, si estuvieras, me gustaría compartir un pequeño vaso de vino y algunas y deliciosas castañas mientras me cuentas alguna historia que me costaría creer.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Supersticiones y rituales en la víspera de San juan y San Pedro

La Cuesta, ayer y hoy

Taco, un sentimiento