Del “solo es mi opinión” al matonismo político: el descubrimiento incómodo
Es sábado y, a pesar del paso de Emilia y sus amenazas, la mañana me invita a reflexionar sobre cuestiones que no me son indiferentes, sobre todo si afectan a personas de mi entorno, un entorno que consideraba seguro y no lo es.
En diferentes ocasiones he escuchado voces -sin pinganillo, en directo-, ruidosas intentando indicar qué debo escribir y cómo hacerlo. No levantaban el tono, pero el mensaje era claro: “mejor no te metas ahí”.
Había escuchado hablar del matonismo político, pero pensaba que eso quedaba lejos, en otras esferas de desmedida ambición, de vergonzosa sed de poder y en las cloacas más pestilentes de individuos que consideran eso de que "en el amor y en la guerra todo vale".
El matonismo político se disfraza de fuerza, pero en realidad nace del miedo: miedo a las ideas libres, a las preguntas incómodas, a quien decide pensar por sí mismo. En la vida diaria y en el trabajo periodístico, ceder a esa presión es permitir que otros escriban tu voz.
He aprendido que el matonismo político no siempre se expresa con gritos; a veces llega disfrazado de consejos bienintencionados o de advertencias que esconden una velada amenaza...
Cada amenaza, cada intento de manipulación, busca domesticar la mirada crítica y borrar la duda que hace avanzar a la sociedad. Ser periodista no es militar en bandos, sino en la verdad, aunque duela o incomode.
Resistir el matonismo es un acto de dignidad profesional y humana. Porque la independencia no se grita: se demuestra en cada palabra escrita con honestidad.
Escribo sabiendo que la libertad cuesta, pero vale cada palabra que sigue siendo mía.
Comentarios
Publicar un comentario