De burbujas y jefes: un viaje por el liderazgo


El vaivén del agua jabonosa, escurriéndose mientras friego un caldero, me entretiene en la libertad de las burbujas al moverse. Y esto me ha hecho pensar en el ir y venir de la vida y en los diferentes tipos de jefes y jefas con los que he trabajado. ¡Qué cosas pasan!

Confieso que algunos me han acompañado durante toda mi vida, unas veces en el pensamiento y otras presencialmente. Han sido auténticos maestros y siempre le estaré agradecida.

A otros no

Sinceramente, por otros perfiles directivos con los que me he topado no daría ni el valor de un calcetín viejo y roído. No. Absolutamente nada.

¿No te hace pensar que, en lugar de ser un jefe temido, sería mucho más efectivo ser un líder respetado y querido por su equipo?

No es oro todo lo que reluce

A lo largo de mi vida laboral, tan épica como variada, he tenido la suerte de dar con excelentes compañeros, con buena compañía. También con mala. Alguna malísima.

Y en relación con jefes, te voy a contar de cinco perfiles diferentes. Empiezo por el mejor, no sea que, a lo largo del texto, me vaya “encabritando”, y al final “El jefe” se lleve la peor parte

El buen jefe: el héroe anónimo

Fue mi maestro. Ni una sola vez dejó de valorar mi trabajo: en lo económico y en lo profesional. Nunca le dolió prenda felicitar. Tampoco nunca me dio por perdida y, ante mis fallos (pequeños y grandes) me corrigió y enseñó cuantas veces fuese necesario.

Creo que casi siempre entendió aquello del empleado feliz y productivo. Tenía sus cosas, ¡claro que las tenía! Pero nada tan grave como para estigmatizarlo.  Además, siempre celebró los pequeños y grandes logros de su emisora como si fueran victorias olímpicas

El jefe microgestor

Este jefe es como un reloj suizo: siempre está presente, pero no porque sea útil, sino porque necesita asegurarse de que cada segundo esté bajo su control. Si alguna vez has sentido que alguien te observa mientras respiras, probablemente estés bajo la mirada del microgestor. 

Este individuo tiene una habilidad especial para desmenuzar cada tarea en mil partes y luego supervisar cada una de ellas con la intensidad de un halcón cazador. ¿Confianza en sus empleados? Muy poca  

El jefe amiguete

Luego tenemos al jefe amigo, ese ser encantador que intenta ser el mejor colega del mundo. Se ríe de tus chistes malos y te invita a salir después del trabajo como si fueran mejores amigos desde la infancia. 

Sin embargo, hay un pequeño detalle: cuando se trata de tomar decisiones difíciles o dar retroalimentación constructiva, se convierte en un maestro del arte de la evasión. Es como tener un amigo que también es tu jefe..., pero sin el beneficio de la honestidad.

El jefe fantasma

Tenemos al jefe fantasma, ese personaje mítico que parece haber sido creado por la imaginación colectiva del equipo. Aparece en reuniones importantes y luego desaparece durante semanas, dejando a todos preguntándose si realmente existe o si es solo una leyenda urbana. 

Cuando finalmente aparece, lo hace con una lista interminable de tareas y expectativas poco realistas, como si hubiera estado viviendo en una isla desierta sin acceso a la realidad laboral. “¿Por qué no hemos alcanzado nuestras metas?”, pregunta con incredulidad mientras todos intentan recordar cuándo fue la última vez que lo vieron.

El rey del ego

Imagina a alguien que entra a la oficina como si estuviera desfilando por una pasarela de moda. Su reflejo en la ventana es su mayor fuente de inspiración. Este individuo tiene una habilidad especial para ignorar las necesidades básicas de sus empleados, como el pago. ¿Para qué pagarles cuando puedes hacerles sentir que están trabajando con el hedonismo personificado?”, dice mientras se mira en el espejo.

Y claro, no olvidemos su mantra: “El trabajo duro nunca mató a nadie”. Aparentemente, tampoco lo hizo el salario. Pero no te preocupes; siempre tiene una sonrisa deslumbrante y un comentario ingenioso para recordarte lo afortunado que eres de estar bajo su brillante liderazgo. 

¡Y los que quedarán! O No

¿No es curioso cómo algunos jefes creen que su título les otorga el poder de ignorar las necesidades básicas de sus empleados, como un salario justo y un ambiente de trabajo saludable?

¿Acaso no sería maravilloso si todos los jefes entendieran que la verdadera grandeza se mide por el éxito de su equipo y no por cuántas veces pueden mirarse en el espejo?


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