Venezuela: Un festival de elecciones y actas Invisibles

                       


¡Ah, Venezuela! Ese mágico país donde las elecciones son como un espectáculo de magia: todos saben que hay trucos detrás, pero nadie puede ver cómo se hacen. 

El pasado 28 de julio, Nicolás Maduro salió a la escena electoral con su mejor sonrisa y una proclama: ¡he ganado! 

Sí, sí, lo ha dicho él mismo, así que debe ser cierto. Después de todo, ¿Quién necesita pruebas cuando tiene el poder de la represión y la palabra? Siempre se ha dicho que "la letra con sangre entra" y Maduro lo lleva a la práctica

Por otro lado, tenemos a los opositores, Edmundo González Urrutia y María Corina Machado, quienes afirman tener el 70% de las actas que demuestran que el vencedor es Urrutia. Pero claro, ¿Cómo hacerlo efectivo si el sistema de arbitraje no reconoce tan contundente victoria? Es como si en un concurso de talentos alguien dijera que ganó porque "se siente" el mejor, ya que el jurado no oye, no ve, no habla…

Maduro asegura que tiene las actas electorales que demuestran su victoria con un casi aplastante 52%. ¡Qué cosas! Sin embargo, esas actas parecen estar en una dimensión paralela, porque no hay forma de que el resto del mundo las vea. Tal vez están escondidas bajo la cama o en el fondo del mar; después de todo, ¡la búsqueda del tesoro es más emocionante!

Mientras tanto, la comunidad internacional observa este espectáculo con asombro y pide a gritos que se muestren esas actas. Pero Maduro parece tener otras prioridades: ¿por qué mostrar pruebas cuando puedes seguir disfrutando del apoyo de algunos países? Aunque cada vez son menos. Y los que lo apoyan: China, Rusia… Uff, sobran las palabras.

Así que aquí estamos, en un país donde las elecciones son más confusas que un rompecabezas sin piezas. La única certeza es que mientras unos celebran victorias invisibles, otros siguen dándose palos en las calles, a la vez que son encarcelados, golpeados y reprimidos por las fuerzas de seguridad del gobierno de Maduro. 

Y aquí estamos, buscando respuestas en un laberinto lleno de contradicciones y hasta muertes innecesarias. ¡Qué emocionante es vivir en esta novela política! Espero que en el capítulo final la democracia triunfe y cada quien ocupe el lugar que le corresponde, bien en la cárcel bien en Miraflores.


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