Somos como cebollas


Hoy, mientras divago en las tareas que tengo por delante y en asuntos de la actualidad política, entre dimes y diretes, entre "donde dije, digo. Dijo Diego", entre todas esas circunstancias, detengo mi imaginación en una simple y pequeña cebolla... 

Nada más y nada menos que una cebolla capta la atención del momento,

“En realidad, somos como cebollas”. Me digo.

Nacemos con un corazón libre y sin cargas, pero a medida que avanzamos, nos vamos recubriendo de capas, una sobre otra, como las cebollas.

En nuestro caso, capas que aíslan nuestra parte más débil, más sensible, más valiosa. Y, a veces, hasta podrida por excesos...

Capas que nos protegen de miradas indiscretas, de pensamientos turbios, de deseos que creemos inalcanzables. Capas que nos separan de nosotros mismos.

Capas con más o menos consistencia. 

Capas con un sabor más o menos dulce y que depende del "paladar" con el que interactúen. 

No obstante, cada una de estas capas oculta gran parte de la esencia del corazón de la cebolla...

Y, no olvidemos, formamos parte de todas las salsas confiriendo nuestro propio gusto... 😉

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