Otoño de mi vida


Otro otoño. ¡Cuántos otoños en una misma vida!

¡Cuántos consensuados como verano, al abrigo del invierno!

¡Y cuántos vividos como primaveras!

¡Y los que quedan...!

No importa cuantos otoños hayan sido disfrutados o precarizados por el recuerdo. Esos ni están ni volverán, a no ser que los tengamos anclados a la memoria sin espacio para nada más.

El otoño nos enseña y nos invita a dejar marchar, a soltar lastre, tal y como hacen los árboles que se desprenden de las hojas que han cumplido su función. 

El otoño no es frío ni calor, ni calma ni tempestad, ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario: un compendio de lo que necesitamos para deshacernos de lo que sobra..., de cuantas formas seamos capaces de imaginar.

El otoño de nuestra vida llega para recordarnos que no somos fugaces y que cada etapa vivida nos ayuda a desprendernos de esa "piel" que ya ha caducado.

No envejecemos con cada otoño sino que rejuvenecemos a una vida que moldeamos según nuestras vivencias...

Me encanta el otoño, desprenderme de mis "hojas secas" y prepararme bien fuerte para los nuevos brotes de la primavera.

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