Navidad y Reyes 2022 2023

 


24 de diciembre

Frente a mi ordenador me dispongo a escribir mi felicitación navideña. No sé muy bien por dónde empezar ni qué intención darle, ya que deseo huir de convencionalismos.

No voy a desear paz en el mundo porque me resulta demasiado abstracto, pero sí deseo la porción de paz que cada uno de nosotros, individualmente, necesitamos.

Tampoco voy a desear que las grandes riquezas les inunden, pero sí deseo que cada quien disfrute teniendo lo que necesita en cada momento.

La salud viene acompañada de cuidados y nutrientes: los que ingerimos, los que pensamos y los que sentimos. Mi deseo es que consumamos sana y equilibradamente.

¡Ah, y el amor, que no se me olvide el amor! Les deseo caudales constantes de amor, fluyendo desde dentro hacia afuera, en todas las direcciones posibles.

Dicen que de lo que se desea es de lo que se recibe…

Hoy es un día especial, tanto como cualquier otro, pero hoy lo asumimos un poco más, pensando en todo lo que nos falta y también en todo lo que nos sobra.

Hoy, en muchos hogares, se hará magia con un muslo de pollo, media cebolla y una hoja de hortelana. ¡Y sabrá a gloria compartida! 

En otros hogares necesitarán muchos platos y hasta dos mesas, tal vez, para colocar entremeses y demás delicias. ¡Y también sabrá a gloria compartida!

Lo importante, quizás, es que cada quien agradezca lo que tenga y se sienta feliz compartiéndolo.

25 de diciembre

¿Por qué no decir Sí a la ilusión?

¿Por qué autocastigarnos a mostrarnos en la vida como un Grinch, con el único fin de protegernos de daños infundados...?

La vida, cada día, se nos presenta como un laboratorio de entusiasmo. A cada acción le sigue su reacción, elegida lo mejor que sabemos y lo mejor que podemos.

Ensayo, error o éxito, una y otra vez, en cada instante, siguiendo nuestro libre albedrío.

La costumbre no es un plan. Vivir por costumbre carece de gracia, es aburrido, soso e inquietante.

Adquirir e invertir una dosis de entusiasmo en nuestro día a día, en un mundo caprichoso que va con demasiada prisa, resulta gratificante y poderoso.

Así como el sol se muestra cada día, a pesar de negros nubarrones que amenazan con restar su brillo, así es nuestra existencia aunque nos empeñemos en escondernos: por cualquier resquicio escapa nuestro destello. 

El sol no cesará de ser eternamente nuevo.

La ilusión también es renovable, aunque, a veces, no lo percibamos. 

Tenemos mil y un motivo para reilusionarnos y dejar que el entusiasmo nos posea.

31 de diciembre

Se va acabando este libro de 2022. 

Aún quedan algunas líneas por leer y escribir pero, en general, ha sido mejor de lo que esperaba hace un año por estas mismas fechas.

Sería imposible poner en una balanza lo vivido, repleto de matices y sensaciones pero, si lo hiciera, el peso se decantaría por lo positivo, por lo sincero, por lo agradable. Lo demás, lo negativo y las traiciones, se quedaron allí, desde donde partieron, en su lugar de origen, donde pertenecen...

De este 2022, me quedo con la ilusión y las experiencias vividas, de todas he aprendido algo. 

Me quedo con las conversaciones entrañables mantenidas con personas sinceras, repletas de humanidad y coherencia. 

Me quedo con miradas cómplices y sonrisas eternas. 

Me quedo con los éxitos y triunfos aplaudidos, propios y ajenos; y también con las lágrimas desparramadas ante hechos en los que poco he podido actuar, pero que me han afectado.

Me quedo con la maravillosa experiencia de haber tomado decisiones que me han evitado daños innecesarios, sacando de mi vida lo superfluo o vacío. 

🥂 ¡Por ustedes y por todas las personas que han formado parte de mi 2022, con mis mejores deseos para un 2023 que está por escribirse!

6 de enero 2023

Tendría por entonces 6 o 7 años. 

Eran las 6 de la mañana, posiblemente. Por aquel entonces no entendía yo ni de horas ni de amanecidas: solo sabía si todavía era de noche o si ya empezaba a hacerse el día.

En aquella noche eterna, algún ruido me despertó. Me levanté sigilosamente de la cama y el reflejo de la luz de la cocina me delataba la presencia de mi padre. 

Recuerdo el olor a café recién hecho. También olía a espuma de afeitar.

Mi cabecita con el pelo alborotado se asomaba bajo el dintel de la puerta. A la izquierda se encontraba el cuarto de baño con la puerta abierta y la cara de mi padre, a medio afeitar, asomaba por el espejo. A la derecha estaba la sala, con los sillones y los zapatitos que habíamos dejado, marcando el lugar donde sus majestades podían dejar sus regalos.

-Papiiii, ¿ya vinieron?. Decía bajito sin salir aún de la habitación.

A través del espejo el sonreía, casi reía. Recuerdo.

-No sé, mira a ver. Me decía.

El estómago se me hacía una pasa y sacando toda la valentía que podía albergar aquel pequeño cuerpo..., giraba la cabeza hacia la derecha. ¡Y allí ya se veían regalos!

Entonces sí. La garganta se convertía en un torrente de voz incapaz de reprimir aquel: !Qué ya vinieron!, ¡qué ya hay juguetes en los sillones!

Mi voz temblorosa pero chillona daba la noticia. Mis hermanas saltaban de sus camas, mi madre también de la suya. Mis abuelas bajaban desde el piso alto, Y comenzaba la fiesta de los Reyes Magos.

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