Día de Reyes


Hace tres días celebré mi cumpleaños y hoy es Día de Reyes. 

La casa huele a café recién hecho y a espuma de afeitar. Mi padre, que se afeita en el baño, ha dejado la cafetera a medio fuego y el aroma sale de la cocina y llega hasta la habitación. 

Me levanto silenciosamente de la cama, salgo hasta la puerta, sin rozar las camas de mis hermanas para no despertarlas, y miro al salón...

"¿Ya llegaron los reyes?", me pregunta una de ellas produciéndome un sobresalto que hace que, sin querer, tire un objeto al suelo.

"¿A dónde vas ya?", me pregunta mi padre con un tono burlón y sarcástico.

"Es que tengo ganas de hacer pipí", le digo mientras avanzo hacia él pero con la vista puesta al lado contrario, justo a donde dejé mi zapatito la noche anterior. Y no puedo reprimir el gritito de entusiasmo que me sale de la garganta: "¡Qué ya llegaron los Reyes, qué está todo lleno de paquetes!".

Mis hermanas saltan de la cama y avanzan entre gritos de alegría, descalzas, enfundadas en pijamas de algodón, con estampados de muñecos de la familia Telerín. Mi madre se levanta como puede, está muy gorda porque lleva a otro niño o niña dentro (todavía no sabemos lo que es) pero que creíamos que también nos lo iba a traer los reyes..., pero no, todavía está en la barriguita de mamá.

Las tres nos tiramos en el sillón, buscando nuestros regalos: cada uno junto a los zapatos correspondientes.

Mi abuela y mi bisabuela están también en la sala. Desde que nos escucharon bajaron prontamente por las escaleras. Están despeinadas y tapando sus camisones con sus batas de levantar. Y sonríen, sonríen mucho.

"Creo que los reyes dejaron también paquetes en el sillón de arriba, al lado de los zapatitos", dice mamá Paula (así llamo a mi abuela).

El ruido del papel de regalo se mezcla con la algarabía: ¡mira, mami, mira lo que me trajeron! ¡Papi, papi, ponle las pilas! ¡Escucha, mi muñeca canta! ¡Y la mía llora!...

Y corremos escaleras arriba. Sobre los sillones de cuero rojo lucen paquetes envueltos en preciosos papeles de regalo porque mi abuela, que es muy coqueta, hace así siempre los encargos: bien empaquetados y bien bonitos.

Oigo la puerta. Papi va a buscar los churros al cruce, a la caseta de siempre. Me encantan los Días de Reyes por los regalos y por los churros. Abuela hace el chocolate. Mami no puede, está muy gorda y casi no cabe en la cocina. 

En la casa se escucha la radio, por algún lugar, no sé muy bien donde porque mi hermana canta y canta con su muñeca "la tarara sí, la tarara no..." y no sé qué más. Y me siento bien, muy bien

2022 y es Día de Reyes

La casa huele a café recién hecho y lo degusto mientras espero que mi hijo se despierte para ver sus regalos.

Me entretengo recordando mi niñez y cómo mi hermano nació cinco días después de aquel 6 de enero... Ya no están ni mi padre ni mis abuelas pero sí la misma ilusión.

En un rato haré chocolate y comeremos churros. Y escucharemos la radio, de fondo, mientras reímos y hablamos...

Hoy los reyes me han traído recuerdos y presentes mágicos.


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