La Roseta, símbolo de orgullo de una isla más allá de sus fronteras



Después de hacer las tareas de la casa y atender a los animales, un grupo de mujeres de la familia, desde la nieta hasta la abuela, se reúnen en torno a la radio. Es la hora de la siesta y va a empezar la novela. Es el momento de hacer la digestión, de relajar el cuerpo, la mente y de pensar en otras cosas. Sobre la mesa el pequeño transistor, el ovillo de hilo blanco, las tijeras y los tres roseteros, con sus alfileres perfectamente delineados. Mientras suena el serial radiofónico las tres cosen, entretenidas en sus pensamientos, dejando en cada roseta parte de ellas mismas, una y otra vez. Sueños, esperanzas, miedos, amores... todo se teje en cada pasada del hilo, todo se queda en cada una de las rosetas. Ellas mismas, las artesanas roseteras de Tenerife tejen el encaje de Tenerife, tejen sus años, viven en cada Roseta, aunque pase el tiempo...

Desde muy niña, Mª del Rosario González invirtió en la elaboración de las rosetas parte de su vida. Aquello que ella hacía con sus propias manos -aquel dibujo matemáticamente diseñado y que surgía de unos metros de hilo perfectamente engarzados, puntada a puntada-, era parte del sustento de su hogar. Años después, y tras toda una trayectoria en el arte de la Roseta, esta artesana se decidió a transmitir sus conocimientos y así preservar que tan digno talento fuese transmitido de generación en generación, siendo muchos los cursos impartidos en calidad de docente sobre el “encaje de Tenerife”.

El Arte de la Roseta se dibuja en cada puntada de hilo, acompasada por las manos artesanas de quien teje sueños, pensamientos y toda una vida en tejidos que trascienden el tiempo y se extienden  más allá de las fronteras. 
Hoy, en pleno siglo XXI, Mª del Rosario González, es la historia viva de una de nuestras más preciadas obras de arte, La Roseta. Por ello, el Cabildo de Tenerife ha decidido homenajear a esta artesana, reconociendo en su persona el incalculable valor de su contribución al mantenimiento de unos oficios tradicionales, tan identitarios de Tenerife, como son el calado y, especialmente, la roseta. Gracias a esa labor se han conservado antiguas técnicas y tramas de ambos oficios, cuyos resultados han obtenido un reconocimiento a nivel internacional, pudiendo ser observados y adquiridos en las ferias más importantes del panorama mundial, entre las que destacan las celebradas en Francia, Venezuela y Reino Unido.

La Roseta es uno de esos entresijos con vida propia, una auténtica obra de arte de las matemáticas y de la artesanía

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