La gran amenaza de nuestros días: el hambre



"Me acostaba con hambre y me levantaba con necesidad de ir a robar para que las niñas comieran", "los martes me ponía en la cola para recoger los alimentos, me sellaban la cartilla y me daban harina, aceite, leche, ¡lo que tocara ese día!" o "los niños iban al colegio sin desayunar, muchos con una tacita de agua hervida y otros ni eso"...
Estas son algunas frases que he rescatado, después de sentir como me golpean la memoria una y otra vez.
Recuerdo, siendo niña, las historias que me contaba mi bisabuela, mi abuela y también mis padres acerca de los tiempos de la posguerra que les tocó vivir. Tiempos duros y dificiles que marcaron sus días.
Me vuelvo hacia mi niñez y me viene a la memoria aquellos sermones de mi abuela a la hora de comer, llenos de reproches: "No seas remilgada, ¿no te gusta?, si hubieras vivido lo que yo viví comerías hasta rayos..." y seguía, dale que te dale,  con lo que a mi me parecía un cuento lleno de aventura. Confieso que, en ocasiones, para adormitarme al calor y cariño de su hombro, le pedía que me contara "las historias del hambre" y ella me contaba:

-"En aquellos tiempos, allá por los años 40, se pasó mucha hambre. Muchísima gente comía una vez al día, lo que conseguían...Yo me levantaba muy temprano, dejaba a los muchachos durmiendo, me guisaba un agua de hortelana y me iba al monte a buscar leña. La que apañaba la vendía en el mercado o la cambiaba por alimentos, lo que me dieran para que tu madre y tus tías pudieran comer. Volvía a casa con los pies llenitos de llagas porque, a veces, no tenía ni para lonas... nos remediábamos a diario atándonos unos trapos de sacos, con unas hojas de coles dentro y ¡a viaje!. Después, las niñas se recorrían los altares porque ¡espabiladas sí que eran!. Iban a casa de Flora a la hora del ordeño, pegaban la boca a la teta de la cabra y como eso le hacía tanta gracia a aquella mujer, las combidaba con una taza de leche y gofio y gracias a eso desayunaban. Más tarde, y si les parecía, se metían en alguna finca y se daban el atracón de moras, higos o ciruelas, siempre con cuidado de no ser vistas porque los dueños andaban al acecho para que no les robasen las cosechas. Yo no quería que robasen, si me enteraba o me daban quejas, las molía a palos pero ¡el hambre es tan fea, esa sí que es fea...".

Escuchaba atentamente aquellas historias que lejos de dormirme, me espabilaban pero no recuerdo que nunca me asustaran...¡hasta hoy!.
Miro hacia atrás y parece que ha pasado un siglo pero no, las circunstancias y las consecuencias de aquellos relatados primeros cuarenta años del siglo XX vuelven a repetirse con fuerza en estos comienzos del siglo XXI, con la salvedad que el hambre ya no amenaza los campos donde muchos han encontrado un refugio sino que se está ciñendo con las ciudades y sobre todo con las´áreas metropolitanas.
Ya la gente con necesidad no va al monte a buscar leña  sino a las dependencias municipales, los que aún tienen algo que "rascar"; a Cáritas o, desgraciadamente, a los contenedores de basura.


La coyuntura económica que continua siendo adversa desde que se anunciara en el año 2007 y que, según parece, no dejará de serlo durante un tiempo que puede medirse en años, se está cebando con los más débiles: niños y ancianos.
Ayer escuchaba en alguna emisora de radio que muchos mayores están siendo abandonados a su suerte en hospitales o hasta en la propia calle, ¡increible pero cierto!.
Y muchísimos niños que hasta hace algunos años disfrutaban de todo y que su única preocupación era conseguir el último videojuego de..., ahora van al colegio sin desayunar. Los padres de estos pequeños han perdido sus trabajos, en ocasiones, hasta sus viviendas; han agotado las prestaciones por desempleo y ayuda familiar y ahora dependen de la solidaridad y de la caridad.

Cáritas, en Santa Cruz de Tenerife, ofrecía datos y reconocía que, durante las tardes, repartía a los padres jugos, piezas de fruta o paquetes de galletas para que sus niños y niñas llevasen al día siguiente, al colegio, su desayuno como el resto de los compañeros, evitando así que se sintiesen discriminados o excluidos socialmente, evitando sentir la tan luchada y perdida igualdad. Sin embargo, en la capital chicharrera existe la triste cifra de 451 niños que van al cole sin desayunar, una cantidad que podría crecer,, multiplicándose por dos o tres, si se indagase sólo un poco más.


De hecho, en la memoria presentada por Cáritas, en Santa Cruz de Tenerife, hace tan solo unos días y alusiva al año 2011, se hacía referencia a esta brutal cifra que afecta a la infancia y a los miles de familias a las que han atendido en el pasado año, en el que se incrementaron más de un 40% las asistencias a personas necesitadas, víctimas de esta feroz crisis que ha contado, para engordar, con la ayuda de cierre de empresas, subida de precios, incremento de impuestos, recortes salariales  y beneficios hacia los más poderosos.
Leonardo Ruíz del Castillo, presidente provincial de Cáritas, durante la presentación de la memoria,  hacia referencia a estos datos, (entre los que se podría hacer una segunda lectura sobre lo poco que va quedando de ese Estado Social y Democrático de Derecho, a título personal opino que cada vez es menos social y, aunque siga siendo democrático, también se cuestiona más eso de "Derecho" porque ni todos somos iguales ni todos parece que estemos sujetos de igual manera al imperio de la Ley pero obvio mi opinión...).

el año 2011 ha supuesto la agudización de los efectos de la crisis y la intensidad de las situaciones de pobreza y exclusión social, y que además será recordado por ser el año en el que se sentaron las bases para el recorte de los derechos sociales que, hasta esta fecha, habían marcado los límites mínimos que cualquier ser humano, por el mero hecho de ser persona, debe tener. El derecho al trabajo, a la educación, a la salud, a la vivienda e incluso a las prestaciones básicas, han dejado de ser elementos inherentes a la persona para convertirse en beneficios alcanzables sólo para aquellos que logren cumplir unos requisitos cada vez menos asequibles para una parte creciente de la población”
“los recortes no van destinados a proteger a quienes sufren la exclusión. Lo que se pretende con las nuevas reformas es limitar el acceso de aquellas personas que más lo necesitan. Esta no es la solución de todos y todas, ni es para todos y para todas”.

Y más allá fue el presidente de Cáritas en Madrid, Julio Beamonte, quien no se cortó ni un pelo en decir que el nivel de pobreza que vive el país es comparable al que experimentaron naciones como España en la época de la "posguerra" o Alemania tras la II Guerra Mundial.

Beamonte añadió que la situación que vive el país es equiparable a la que atravesó hace 60 años.
Si ya me explicaba mi abuela los síntomas y yo en la inopia...pues aquí están, desgraciadamente!

Y, pregunto, ¿qué más hace falta que pase para que se pongan las cartas boca arriba, se vacíen los bolsillos que aún rebozan y se toman medidas, qué más se va a hacer...?o ´mejor, ¿se va a ser algo que tenga que ver con la recuperación de los puestos de trabajo y con la erradicación del hambre...?Porque sobre esto, los auténticos y legitimados responsables políticos de este país poco o nada han hecho.
España es un barco, timoneado y en dirección pero, ¿en dirección hacia dónde, hacia qué...?.
En realidad no me preocupa demasiado la dirección porque considero que lo realmente importante es salvar a los pasajeros, vayan en primera, en cubierta o en bodega...
No pierdo ni la esperanza ni el entusiasmo porque, a pesar que considero que ya los chalecos y las lanchas salvavidas se han repartido entre los más privilegiados, sé que nos salvaremos, que sabremos remar y sacar a flote lo que quede de la nave. Somos un montón de pasajeros y contamos con  parte de la tripulación que no fue valorada por el capitán...Divisaremos tierra y llegaremos a puerto.


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