Envidiemos mejor y más

Envidia, avaricia, egoísmo, egocentrismo, ingratitud y tantos otros calificativos podríamos incluirlos en una interminable lista de todo eso que no deberíamos experimentar y que, sin embargo, guardamos y alimentamos dentro de nosotros, tal que fuera el más preciado tesoro. A casi nadie se le escapa que uno de los grandes motores que mueven este mundo es la envidia, ese deseo de tener lo que posee el otro y superarlo. Las grandes guerras y las pequeñas; las deslealtades políticas; las discusiones familiares; las "puñaladas traperas" entre compañeros de trabajo; las cárceles repletas de gente... Todo, o casi todo, tiene su punto de inicio en la envidia. La envidia es la materialización de los deseos no satisfechos, el disfraz de nuestras propias miserias. La envidia es fuerte y camaleónica, ora tristeza que nos envuelve ora disgusto que nos domina, sobre todo cuando vemos a otros disfrutar del objeto de nuestro deseo. Y es que a envidia nos rodea y habita en...