Soy la Reina de mi cuento...
Ojalá nunca me hubiesen narrado aquellos cuentos que me hacían soñar entre mentiras... ¡Alucinada! Sí, creo que esa es la palabra. Así me quedaba cuando mi imaginación recreaba a aquella pobre niña; se podía comprobar que poseía casi de todo, prácticamente siempre hija de reyes y reinas o de familias bien acomodadas, habitando en buenas casas pero, ¡pobrecilla!, ¡siempre ansiando la llegada del amor! Blancanieves, Cenicienta, Rapunzel, La Bella Durmiente...todas privilegiadas pero inútiles y mantenidas, deseosas de la llegada del Príncipe Azul que les proporcionara ese "vivieron felices y comieron perdices hasta el final de los tiempos". Lo pienso fríamente e intento calibrar el daño que han hecho estos cuentos. Muchas de nosotras crecimos con estas historias marcándonos los tiempos, abriendo caminos. Casi todas, mientras crecíamos, nos afanábamos en cuidar de esa "preciosa princesa", que atesorábamos en nuestro interior esperando la ...