La mentira de tu existencia
Hallose a mitad del camino sin aliento,
sin prisas ni pausas que apremiaran,
sin una dirección definida que seguir
ni nada que añadir a un extremo...
Sobre aquella piedra dura como el despecho
erosionada de tanto desprecio aplacado,
encontró calma al deseo
de enterrar al sol en la profundidad de la nada...
Entretuvo sus ojos como vidrieras rotas
en mirar los harapos que sin saber arrastraba
sin perder detalle de cada burla ungida
bajo la oquedad de pasiones falsas...
Y como en un espejo del trecho venidero
determinó reconstruirse de las migajas,
"¡que tanta paz lleves como dejas!"
escribió sobre la piedra y continuó su paso...
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