Mi turno de palabra...

Ayer fue un día importante, de esos de los que hablas en diferentes ocasiones y pones de ejemplo en determinada conversación... Siempre me he sentido orgullosa de ser mujer. Y con el tiempo he ido asumiendo los cambios de mi cuerpo, los buenos y los no tan buenos, los hormonales y los emocionales. Y con el tiempo he llegado a la conclusión de que las mujeres habitamos en espacios maravillosos que son mucho más que células, órganos y masa ósea que tiende a oxidarse. Somos casi perfectas, seamos como seamos. Somos seres capaces de sentir la vida dentro y fuera. De ponernos en el lugar de la otra o del otro sin abandonar el nuestro. Tenemos la maravillosa oportunidad -si así lo deseamos- de albergar varios corazones en un mismo cuerpo.  Somos capaces de amar hasta que dejamos de hacerlo.  ¡Es que somos libres para todo. También para sentir! Somos libres desde que nos cortan el cordón umbilical que nos unía a nuestras madres. Somos pensadoras, creadoras