Redes Sociales y Sentido Común

Si a las imprudencias vertidas en las redes sociales le sumamos la mucha imaginación existente en nuestro país unido a un impuesto en cultura excesivamente alto, obtenemos el brebaje idóneo para que cualquiera pague por su exceso de prepotencia o su falta de sentido común.



Todos hemos asistido en un momento u otro al descalabro público de más de uno o una por sus incontinencias verbales.

Desde hace algo así como diez años  Facebook, Twitter y Whasapp nos han cambiado la vida y nuestro modo de comunicarnos en un mundo globalizado sólo a medias: cuanto más la distancia se achica y une, las reacciones se exageran y distancian.

Diez años de redes sociales, diez años de aprendizaje, diez años de advertencias, diez años de meteduras de patas (y hasta de rabos) y diez años en los que no aprendemos... 
Los expertos han repetido hasta la saciedad que lo que se sube a internet en internet se queda, ni se crea a si mismo  ni se destruye, pero si que se transforma... A veces, en todo lo contrario a lo que se pretendía en el origen.

Los expertos han comunicado hasta la saciedad la existencia de los llamados "Troll" y, de verdad, existen en todas sus formas: desde el troll pelota hasta el malvado, desde el que se hace pasar por fiel amigo hasta el que te persigue sin piedad por todos los resquicios inimaginables, como esos que se meten entre tus "amigos", esperando que bajes la guardia, te confíes, te expongas y la cagues... Porque has sido tú quien ha pensado lo que ha pensado, quien ha escrito lo que ha escrito y le ha dado a "enviar", seguro de arrancar, al menos, un emoticono que llora de la risa. Pero se te olvidó que, en la escritura como en la radio, la ironía se debe advertir porque si no, no se aprecia...

Tal vez, sólo tal vez, debíéramos aplicar más el sentido común porque, aunque la pantalla todo lo aguante, no todo debe escribirse, fotografiarse y, mucho menos, publicarse. Nos estamos convirtiendo en esclavos de nuestras letras, olvidando esa advertencia desde tiempos de Pilato: lo escrito, escrito está.

Por otro lado, ¿dónde va a quedar nuestra privacidad? ¿o es que esta ya no tiene valor...? Publicamos lo que compramos, lo que comemos, dónde vamos y con quién, lo que pensamos y lo que lloramos, lo que odiamos y lo que amamos. ¿de verdad que ya no hay espacio personal y único para lo privado, para lo íntimo...?

Empiezo a hartarme de conocer, sin el mínimo esfuerzo y sin que me importe, casi todo de casi todos.

Y con nuestras calles, barrios, facturas, multas, dejaciones, observaciones, apoyos, mociones... ¿La queja debe hacerse en facebook, twitter y grupos de whatsapp? ¿Tenemos que extorsionar a nuestros gobernantes a través de mensajes privados, advirtiéndoles que si no atienden nuestra reclamación, haremos la denuncia pública, etiquetándole? 
En ocasiones, he comprobado como algunos políticos elegidos democráticamente, en urnas (pero como estipula la Ley que nos hemos dado todos y todas) deciden a golpe de críticas de poco peso, escupidas en facebook o twitter, qué hacer o no ante determinada actuación. ¡Qué fácil resulta sacar una fotografía a la basura tirada en una acera y etiquetar al político de turno, culpándole de nuestras propias cochinadas...!

Y con la comunicación, la de verdad, la que debería ser certera, tres cuartos de lo mismo. Si al principio las Redes se nutrían de nuestros medios de comunicación... ahora son los mismos Medios los que escriben, radian o televisan lo que publican las redes, muchas veces puras falacias y descréditos gratuitos y sin sentido. Con lo cual, cada vez más, son menos necesarios. O eso nos creemos. 
¿Cuándo vamos a repensar el mundo virtual, en el que nos escondemos, optando por hacerlo real, en un cara a cara y sin subterfugios...?

¿Y a qué viene lo del impuesto en Cultura mencionado al principio? Casi todos hemos sonreído ante la ocurrencia e imaginación desparramada en los muchos memes que llenan las redes tras el "batacazo" de alguien. Si el impuesto en cultura fuese más bajo toda esa imaginación y originalidad estaría empeñada en el arte, en cualquiera de sus expresiones.


Nos estamos volviendo locos y estamos perdiendo el norte y todos los puntos cardinales. Y lo peor, es que sólo creemos encontrarlos en las Redes Sociales.


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