Hablando con Leonardo Ruiz del Castillo, entre realidad y lágrimas


Con un montón de preguntas por hacer que termino ignorando y centrándome en la persona que tengo frente a mi. Un hombre que no guarda proporción entre lo que aparenta y lo que es. Un hombre que podría pasar inadvertido en la acera de cualquier pueblo pero que se ha ganado, a pulso,  lo que da la inmortalidad. Un hombre con una larga y valiosísima experiencia vital que lo lleva, mañana a mañana, a afrontar el día a día con el entusiasmo que da la esperanza y salir ahí fuera a comerse el mundo.

Don Leonardo Ruiz del Castillo, presidente de Cáritas Tenerife, está situado frente al micrófono, a su lado una carpeta que contiene folios repletos de datos subrayados en amarillo. No hacen falta estos testimonios destacados con color. Los conocemos de sobra. Forman parte de nuestra realidad y, de momento, parece imposible escapar a ella.

Suena de fondo Macaco, con "Hijos de un mismo Dios" y aprovechando el estribillo le pregunto: si somos hijos de un mismo Dios, ¿por qué siempre caen los mismo?. Tere, me contesta, pues por las desigualdades que tenemos en el mundo y esta crisis, en la que los más ricos han incrementado su riqueza y los más pobres también han incrementado su pobreza.
Estas desigualdades siempre han existido, siempre, en todos los tiempos, en todas las épocas. Siempre hay "a río revuelto ganancia de pescadores". Siempre hay quien se aprovecha.

Y el presidente de Cáritas tira la memoria hacia atrás y rescata del recuerdo la presencia de los cambuyoneros en Canarias, señalando que, mientras aquí se pasaba hambre, estos que traficaban con mercancías y personas se enriquecían. En esa época yo no estaba pero no es ápice para impedir que me venga a la mente la imagen de algunos cambuyoneros de nuestro tiempo. Ahí lo dejo. 
Añade Leonardo, a mi y a la audiencia que le escucha, que espera que estas desigualdades un día se acaben aunque él no esté para verlo pero otros sí.

Se detiene en la conversación, suspira, aspira y se impulsa elevando un poco el tono. Y una cosa que no entiendo es que precisamente, aquí los que más tienen son los que menos impuestos pagan y no es porque escabuyan ingresos -que alguno lo hará-, ilegalmente sino LEGALMENTE, o sea, hay leyes hechas para que los más ricos no paguen y eso hay que cambiarlo. 

A buen entendedor pocas palabras bastan

Ruiz del Castillo es voluntario en su cargo de presidente de Cáritas, en Tenerife. No percibe ni un euro por dedicar "25 horas" de cada día a los más necesitados, a dignificar la calidad de las personas que precisan de casi todo, empezando por respeto y empatía, para seguir con unos oídos que se regalen a escuchar y, en algunos casos, hasta un abrazo que abrace; para atender, además, con algo de comida y ropa, si es el caso... 
Algo que podríamos hacer casi todos si, en lugar de oírnos a nosotros mismos continuamente decidiésemos dedicar, por lo menos, una hora a la semana para escuchar a los demás... 

Eso es la vocación, algo extensible a la política que, en sus principios tenía un carácter vocacional, algo que defiende nuestro entrevistado pero que suscribe que estas personas, que trabajan por el interés general, tengan un sueldo; eso sí, normalito, como el de casi todos y de acuerdo a las circunstancias.

Y de casta le viene al galgo

En este tú a tú, tan personal, mirándonos a los ojos, entre Leonardo Ruiz del Castillo y yo, percibo que sus ojos se enrojecen, se le entrecorta la voz y se rompe en su garganta. Bajan las lágrimas que calman el vidrio roto de la mirada.
Me habla de su infancia, del hambre, de las colas para buscar alimentos, de su madre y de aquellos calderos grandes donde se hacía comida para muchos.
Y llora. Me siento incómoda, culpable, no de su llanto -que es libre-, sino porque, instantáneamente y como si no lo hubiese hecho antes, tomo conciencia de mi parte de responsabilidad en el mundo...

Es muy triste que una personita de seis añitos me diga que porqué su amiga Claudia, cuando va al colegio, no puede llevar un sandwich para el recreo como lo lleva ella... ella me dice que su madre no puede dárselo y yo parto el mío por la mitad...

A veces, cuando hablo con algunos políticos les digo que me gustarían que estuviesen donde estoy yo y vieran la realidad. Por mucho que uno lo cuente hasta que no se padece no se entiende...

El responsable de Cáritas en Tenerife nos habla de su nieta, Sherezade, también voluntaria de Cáritas en un Centro de Día para mayores, a quien le ha dibujado continuamente la realidad que él enfrenta diariamente y como esta, un día vino llorando, con el corazón roto, porque dos muchachas de su misma edad le habían pedido un plato de comida porque tenían hambre, no ganas de comer sino hambre. Ahí entendió ella de lo que yo le hablaba.

Esa es la vocación y poner en valor a las personas, empatizar con ellas poniéndote en su lugar. Tender la mano y mirar de frente, no por encima del hombro.
Sin olvidar que solo existe una delgada y finísima línea invisible que nos separa del otro lado y que puede romperse en cualquier momento... 
Y, a veces, cuando no lo aprendemos, la vida nos lo enseña.



En el siguiente enlace pueden escuchar la entrevista, si lo desean






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