El médico y yo


Salí dolorida, tirando de la pierna como pude.
Estaba en la sala de espera a la hora convenida aunque me atendiera media hora más tarde (como parece que conviene...)
Había optado por una discreta blusa de botones, de tal manera que solo tuviese que desabrocharme los justos y necesarios para ser auscultada.
Llegó mi turno. Me levanté y ajusté mi ropa.
Sin despegar su mirada de la pantalla del ordenador el médico me espetó un "buenos días qué le pasa"
Le solté la lista de síntomas que había estructurado y ensayado mientras esperaba.
"Qué la enfermera le pinche esto y tómese un comprimido cada ocho horas" me recomendó sin siquiera mirarme la cara.
Me pincharon y volví a casa, asombrada de mi breve visita virtual...

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