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Mostrando entradas de octubre, 2014

¿Por qué piden perdón?

Perdón, lo siento, no volverá a pasar... Lo escuchamos en tantos ocasiones que ya forma parte de nuestro vocabulario más usual pero no por ello más sentido. Perdón, pide el que no se detiene en un paso de peatones sin percatarse de cuántos cruzaban o de qué color estaba el semáforo porque sigue a lo suyo... Perdón, repite la señora que nos "atropella"  con el carrito en el supermercado, sin mirarnos a la cara, mientras prosigue su carrera hacia el cabecero que contiene la codiciada "oferta"... Lo siento, nos dicen a modo de aviso, mientras nos empujan en una cola sin cesar en el intento de adelantarnos... No volverá a pasar, te lo prometo...¡palabras que se lleva el viento! Y, a la hora de la verdad, en estos casos, ese "perdón" nos resbala, nos da igual porque, algunas veces, sabemos que esa palabra, "perdón", está hueca.  En otras ocasiones no, está repleta de significado, de sentido, de arrepentimiento y de propósito de enmiend

En ocasiones, daña más el miedo que la enfermedad...

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Como había quedado, aguardaba en la parada hasta que viniesen a buscarme. Me entretuve mirando a los que iban y venían cuando, sin buscarlo, el diálogo que mantenían dos mujeres que se saludaban llamó mi atención y si, arrimé el oído mientras hacía como que no las miraba. -¡ Ay, ay, vengo en un sinvivir! ¿No te has enterado?, ¡ay, Dios!, ¡ay, mi madre, lo que nos faltaba! Ante tal conjunto de quejas y súplicas solo pude rogar para que quienes venían a recogerme tardasen lo suficiente de tal modo que pudiese enterarme del asunto que tenía tan "fuera de ascuas" a la señora: - ¿Qué te pasó?, ¿A qué te refieres?. Decía la otra -Pero ¿no te has enterado que ya hay personas ingresadas con ébola en el hospital? - ¡Qué dices!, ¿De dónde has sacado eso? - Me lo acaban de confirmar. Recibí hasta una nota de prensa invitándome a una comparecencia donde se      va a explicar como está el enfermo, cómo están a los que contagió y como tenemos que actuar porque,

Cuando la actualidad invade...

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...Y descubrió lo que algunos querían decir cuando hablaban de La Libertad. Fue justo allí, cuando metió los pies en aquel charco. En el ambiente se extendía el aroma a tierra mojada. Caían las primeras gotas de lluvia que regalaba el otoño. Caminaba por la calle, enfundada en sus tejanos y en la camiseta blanca. Hacía calor y llevaba unas sandalias azules que dejaban ver unas uñas perfectamente esmaltadas en un tono turquesa. Andaba sin rumbo fijo, dejándose llevar por sus pasos, absorta en los ecos del día que aún resonaban en su mente. Una mezcla de noticias se solapaban unas con otras.  Recordaba las palabras de la madre de un soldado estadounidense amenazado de muerte por los yihadistas:  "Imploramos a sus captores que muestren clemencia y utilicen su poder para dejar ir a nuestro hijo" Súplicas tras súplicas. Otras madres antes también habían solicitado clemencia, como así lo había hecho la mamá de Steven  Sotloff:  “Como madre, le pido que su justi

A propósito del ébola... y la comunicación

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Hoy me reuní con mi grupo de chicos y chicas. Uno de ellos me contó un episodio que vivió el pasado jueves en su instituto  y me recorrió un escalofrío... En su clase, integrada por pre-adolescentes de 12 o 13 años,  uno de los chicos increpó a otro compañero, negro de piel, gritándole "por culpa de ustedes, los negros, ahora nos vamos a morir los españoles" y le empujó... El otro chico respondió con un puñetazo y se armó la tangana...Tuvieron que intervenir profesores para separarles... La sangre no llegó al río y no pasó de ahí... aparentemente. El muchacho me lo refirió como una anécdota, incluso jactándose con una sonrisa pero a mi, la verdad, se me pusieron los pelos de punta y, horas después, me sigo preguntando qué información se está dando y cómo está llegando. Todos necesitamos información responsable, clara y concisa.  Sin alarmismos ni exageraciones, sin invenciones, sin manipulación... Ni uno solo de los jóvenes allí reunidos tenía  co

Bailando con palabras

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Ante mi un té ya frío, un puñado de piedras de recuerdos, un tiesto en el que crece la albahaca y, en mi pensamiento, mil cosas por hacer que no me atraen lo más mínimo... ¡Me pasaría la vida pensando!, me digo. Entro en ese diálogo de locos conmigo misma, entre demandas y ofertas para ocupar el tiempo que transcurre lento, muy lento. En realidad, lo único que me apetece es fundirme en un texto, coquetear con las palabras, dejar que las frases me seduzcan, me posean, fluyendo al compás del sonido de las teclas. Y me paro en seco:  no tengo ni guión ni argumento, ni tan siquiera un tema que escudriñar, en el que esconderme. Por una vez me siento desnuda ante el espacio en blanco, frente a frente, midiendo fuerzas, en la complicidad de un "te dejo si me dejas". No me apetece escribir de política, ¡ese tema tan manido, tan prostituido y tan manipulado según quien opine!. Hoy no. ¿Para qué? Tal vez mañana. Apuesto que seguirá habiendo más de lo mismo tanto en u