Cuento de Navidad



En una ocasión, una de tantas, dos amigas recibieron como regalo de Navidad una caja de bombones, una preciosa caja de bombones para cada una. 

Eran de esas cajas de cartón, decoradas con exquisito gusto y con un envoltorio refinado, a base de celofán y un gran lazo de tafetán rojo. 

Las chicas se quedaron gratamente sorprendidas, ¡cuánto lujo!, pensaron.

A su alrededor aguardaban algunos de sus compañeros, familiares y amigos, tal vez, esperando ser convidados...

Una de las chicas, sonriente y dando resueltamente las gracias, guardó su caja de bombones en su bolso ante la atenta mirada de los allí presentes.

La otra de las chicas, con sumo cuidado, desenvolvió el regalo, separó el celofán y el lazo, guardándolo en su bolso. Abrió la caja, aspiró con muchísimo agrado el aroma del chocolate y ofreció a sus amigos uno de aquellos bombones, envueltos en papeles de diferentes brillos y colores: unos azul, otros malvas, aquellos verdes y los de aquella esquina dorados...
La elección era difícil, ¡tantos brillos y colores diferentes!

Ella les miraba y contemplaba la delicadeza con la que cogían el bombón, como casi acariciaban el envoltorio y la elegancia con la que desprendían el papel del chocolate para, inmediatamente, engullirlo y tragarlo apenas sin saborear...

¡Qué bueno!, ¿Te quedan más? Son tan bonitos que casi ni aprecié el sabor... Decían algunos.
Y así, se los comieron todos, sin degustarlos como merecían pero, eso sí,  guardando de recuerdo aquellos papeles de colores brillantes...

La otra de las chicas, rodeada de sus seres más queridos, abrió su caja de bombones, con una exquisitez insospechada, cuidando del embalaje y de las formas, (no fuera que tan apreciado contenido saltara por los aires) y los ofreció.

Disfrutando de ese  momento tan dulce se congratulaba de ver como escogía cada uno de sus acompañantes el  chocolate que más les apetecía. 
Los abrían con cuidado, se los llevaban a la boca y los saboreaban, desentrañando cada uno de sus componentes; jugando a separar con el paladar la delicadeza de cada sabor, dejándose llevar por el placer que proporciona semejante lujo a los sentidos...
Tal fue su regocijo que, al contrario que su amiga, siempre recordó la satisfacción del sabor de su bombón de chocolate, envuelto en colores y brillos...



A veces, nos preocupamos tanto por las luces de colores, los brillos de nuestros trajes y cómo envolver nuestros regalos de Navidad...que nos olvidamos que lo realmente importante es lo más sencillo, lo más fácil de dar y recibir...

                                                                                               Feliz Navidad


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