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Mostrando entradas de septiembre, 2012

¡Envidiémonos más! Es necesario...

Envidia, avaricia, egoísmos, egocentrismo, ingratitud y tantos otros calificativos podríamos incluirlos en una interminable lista de todo eso que no deberíamos sentir y que, sin embargo, guardamos y alimentamos dentro de nosotros, como si se tratara de un importante tesoro del que ni podemos ni queremos deshacernos. A casi nadie se le escapa que el gran motor que mueve este mundo es la envidia. Las grandes guerras y las pequeñas, las deslealtades políticas, las discusiones familiares, las “puñaladas traperas” entre compañeros de trabajo, las cárceles repletas de gente…todo, absolutamente todo tiene su punto de inicio en la envidia. La envidia es la materialización de los deseos no satisfechos, el disfraz de nuestras propias miserias cuando nos dejamos llevar por éstas. La envidia es fuerte y camaleónica, tan pronto es esa tristeza que nos envuelve, como puede llegar a ser ese disgusto que nos domina cuando vemos que otros disf