Primer año en el paro, ¿Feliz cumpleaños?



Recuerdo la "felicidad" del pasado 1 de julio, hace un año, cuando acudí a las oficinas del INEM a darme de alta como desempleada. Hacía apenas unos días la empresa en la que había trabajado durante siete años había decidido prescindir de mis funciones; en la calle nos vimos mi compañero César y yo, sin planes, sin expectativas, sin horizonte aparente...

A mal tiempo buena cara y, lo que en principio parecía una "desgracia" decidí convertirlo en oportunidad.

De entrada me planteé disfrutar del verano, sin prisas, sin madrugones, sin límites, sin tiempo de vacaciones caducadas. Era el momento del relax, de recetear la mente, de largas conversaciones, de reconfeccionar el curriculum, de hacer algún curso light, de quedar con los amigos, de imaginar, de soñar, de corregirme, de equivocarme...

Sin pena ni gloria pasó el verano. Con la llegada de septiembre surgen otras ideas y propósitos con otra orientación.

Se acerca la fecha de ir a sellar esa cartilla por primera vez y por primera vez comienzas a sentir alguna frustración. Aquella promesa de algunos compañeros, de tu lugar de trabajo, para quedar e ir a comer juntos, nunca de materializó. Algunos "amistades" se han derretido con el calor, ¿por qué?, simplemente porque ya no les eres útil y ¿para qué engañarnos...?

Asumes que debes hacer algo porque no puedes permanecer ni un día más mirando cómo se mueve el mundo. Para quien está acostumbrado a la actividad, la inamovilidad es una muerte lenta.

Ya ha concluido el tiempo estival, ya te has relajado, te has aburrido suficiente, te has reciclado y han aumentado tus deseos y propósitos, ¡te sientes preparado, lleno de vitalidad y energía para volver a empezar!.

Por cierto, nunca dejé de creer (hasta ahora) que "cuando se cierra una puerta se abre otra...".

Así que, comencé el camino hacia un nuevo puesto de trabajo con mis mejores herramientas: ganas, disposición, resolución, imaginación, voluntad, etc, etc
Toqué en algunas puertas y no sirvió de nada. La dichosa crisis con sus efectos se había posicionado en  todos los rincones.

Mal momento para la lírica o para buscar trabajo en los medios, al menos trabajo remunerado porque, en honor a la verdad he de escribir que recibí dos ofertas: la primera consistía en  correr detrás del sueño de un empresario que quería convertirse en propietario de un medio de comunicación. Yo sería la piedra que aportara experiencia, trabajo, contactos e ideas sobre la que edificaría su sueño; a partir del cuarto  o quinto mes, si se producían beneficios, me llevaría una comisión; hasta entonces sólo debería contar con algún bono para el transporte.

La segunda era más un insulto que oferta: un medio me hacía el favor de dejarme trabajar gratis para que no perdiera la "práctica"...

Visto lo visto y teniendo en cuenta que ya no tengo edad para jugar a ser informadora y sí muchas responsabilidades, decidí no frustrarme aún más y llenar mi tiempo de cuantos conocimientos fuese posible.

Mi primera intención pasó por aprovechar alguno de los cursos gratuitos para desempleados pero, ¡chiquito chasco!. Los únicos cursos interesantes, los de idiomas y para los que no quedaban plazas. Al ver la larga lista ofertada me pregunté por el verdadero objetivo de esos cursos tan alejados, a mi parecer, de la formación más demandada...total, concluí que se trataba más de beneficiar a quienes los impartían que a los posibles receptores... 

Me decidí por la universidad. En mi situación todo apuntaba a ser candidata perfecta para beca, mi única posibilidad para estudiar a este nivel y lo logré. ¡Bendita decisión, una de las más fructíferas y certeras de mi vida!

Remando, remando, llegó diciembre y todo lo que significa. Tuve la oportunidad de ver la pobreza aún más cerca, más real, la mía y la de los demás. La pobreza física y la humana. Pude arrimar el hombro para ayudar a paliar la física pero, confieso, la humana me destrozó. Salvo dos o tres que contestaron mis mensajes de felicitación, el móvil no sonó...

Bueno, la verdad, es que, durante estos meses, cada vez sonó menos...Pasadas estas fiestas del amor, paz y solidaridad comprobé como algunos de aquellos a los que tomé en serio, en los que creí, dejaron de saludarme simplemente porque dejaron de verme, tal vez, nunca me vieron. Después de mucho pensar y de dar vueltas a estas reacciones de ninguneo, dejé de sentirme ofendida o molesta y acepté por bueno que nunca tuvieron en cuenta la persona que hay en mí y por ello, ¡era imposible que me recordasen!, solo se vieron y se ven así mismos; caí en el error de creerme valorada por mi trabajo y ahora sé que sólo fui el trípode que sujetaba el micrófono por el que soltaban todas sus locuacidades.

Auto-reproches a un lado, este año ha dado para mucho sobre todo para reafirmar esa idea de que TODO PASA. Así es, todo pasa, pasa lo malo y también lo bueno...

Desde el "otro lado" he asistido a muchas despedidas. La más triste, dolorosa y sin retorno, sin duda, la que di a mi amigo y compañero, junto con el que salí aquel último día de la radio, mi querido César Fernández-Trujillo...¡hasta siempre, compañero, aprendí tanto de ti y te estoy tan agradecida!.

Triste también ha sido dejar de escuchar el sonido de las voces de mis compañer@s en Radio El Día. Pero lo que nunca olvidaré es la sensación de vacío que dejó en mi vida el apagón de Radio Isla, hace unos meses cuando, a toque de clic de interruptor,  el sonido de la voz dio paso a un zumbido sin forma, sin estilo, llenando con mucha nada lo que fue, durante años mi modo de edificar un sueño, mi modo de vida.

La amargura ha continuado. Faltando algunos meses para "celebrar" este primer aniversario, he ahogado las lágrimas de impotencia que me produce leer ese #gratisnotrabajo, insignia de los compañeros de los medios de comunicación de todo el país, auténticos profesionales que aguantan y soportan las chapuzas de los de "arriba". Compañeros que son señalados por la crítica urbana, la cual no los reconoce como víctimas de un sistema capitalista en el que la información y la verdad, en ocasiones,  "manipulada en los despachos" solo sirve para rellenar el espacio que deja libre la publicidad.

Y cumplo este año en el paro, en el que cada vez siento más que voy sirviendo menos, con la mente y el corazón puesta en los compañeros que ya no están de algunos medios. En los compis de SER Canarias, de COPE Tenerife y de RTVC, incidiendo en estos últimos porque 20 se irán antes del fin del mes de julio -si nadie lo remedia y parece que nadie, con poder, quiere hacerlo- al  futuro incierto del desempleo.

De momento, las cosas están así, de cumpleaños con muy poco que celebrar...

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